Hoy estoy lanzado, y quiero terminar ya con mi segunda novela, así que voy a editar ya la segunda entrada del día para cerrar el tema.
Pero antes debo comentar algo que olvidé de la segunda parte. En esa época tiene lugar una controversia religiosa entre el primado de España, el obispo de Hispalis, Elipando, y el monje Beato de Liébana, acerca de la herejía adopcionista. Como Beato participa en la trama de la novela, (En un momento certificable, el ingreso, voluntario o no, en un convento de la reina viuda, Adosinda) tenía que contar esta herejía, e intentar simplificarla y hacerla comprensible para el lector no familiarizado con el tema. Pero es difícil contar de manera sencilla algo tan complejo. Me temo que haya quedado demasiado farragoso.
Volviendo a la tercera parte de la novela; fue importante la relación que el pequeño reino asturiano tuvo con el Imperio de Carlomagno. Así que en esta parte, además de los capítulos intercalados que contaban lo que ocurría en la España musulmana, con las luchas entre las diferentes facciones que tanto ayudaron a la supervivencia de los cristianos de Asturias, tuve que hacer algunas incursiones en lo que sucedía, entretanto, en el reino de los francos, introduciendo a dos familiares de Carlomagno (No olvidemos que, según algunas fuentes, Alfonso II casó con la princesa franca, Berta, lo que no tuve demasiados inconvenientes en aunar con su castidad), altos, guapos, con elegantes vestiduras y buenos orfebres.
También recurrí a la famosa leyenda de Roncesvalles y Bernardo del Carpio. Aquí sí que tuve problemas. Bernardo fue el vencedor de Roldán en Roncesvalles, pero según el romancero, era hijo ilegítimo de la princesa Jimena, hermana de Alfonso II y del conde Sancho Díez. Como Jimena aún no había nacido, o, a lo sumo, era una niña pequeña cuando la batalla de Roncesvalles, debía decantarme por una u otra versión, lo que me fastidiaba, pues ambas encajaban perfectamente en mi trama. Así que decidí conservar ambas, haciendo que existieran dos Bernardos, uno (el hijo ilegítimo de Jimena, cantado en los romances) sobrino del otro, (El de Roncesvalles) y suponiendo que los cantores de gesta posteriores confundirían las aventuras de ambos. Me pareció una solución inteligente, aunque hasta ahora no había leído nada acerca de esa imposibilidad temporal.
En la parte épica quedan los asaltos a Oviedo por parte de las tropas de Abderrahmán y la desesperada defensa, vencedora a la postre que hace Alfonso. Y la novela termina con la forja de la joya que le da título. La novela, pero no lo que quería contar, y como me voy extendiendo demasiado, lo dejaremos para mañana.
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