21 de junio de 2012

El Muladi 5.- Erratas.


Cuando un libro pasa definitivamente, de la mente del autor, a estar a disposición de los lectores como páginas escritas, siempre hay algo que, en la edición impresa, no se corresponde con lo que el autor tenía, bien en su mente, bien en los primeros borradores, bien en el entregado al editor, bien en los definitivos revisados por los correctores, o bien en las galeradas proporcionadas por la imprenta. Estas erratas, abundantes e inevitables, suelen atribuirse a los famosos “duendes de imprenta”. En mi primera novela, “Pelayo, rey” hay algunas de menor importancia (ortográficas o tipográficas, de las que no soy responsable) y otra referente al texto, de la que tampoco me considero culpable, pues no estaba en el borrador entregado, pero que, después de tres ediciones, no he conseguido subsanar. Curiosamente, aunque ya he dado alguna pista en este blog, hasta ahora no ha sido encontrada por ningún lector (o, al menos, no tengo conocimiento de ello)



Las dos siguientes novelas, “La muralla esmeralda” y “El Muladí” también adolecen de una errata de texto cada una, y de esas vamos a hablar. Son responsabilidad únicamente mía (aunque las ortográficas de ambas e, incluso, las tipográficas que pueda haber en “El Muladí” también se me pueden atribuir, porque me encargué personalmente d ela corrección de ambas, tarea para la que no estoy, en absoluto, preparado.)



En” La Muralla esmeralda”, el sacerdote Isidoro recibe, en dos ocasiones, el nombre de Ildefonso. Así lo había llamado en el primer borrador, pero luego, al comprobar que ese nombre era, en realidad y en esa época, el mismo que el de “Alfonso”, monarca protagonista de ambas, decidí cambiarlo. Esas dos ocasiones citadas se escaparon incomprensiblemente al programa de ordenador que lo cambiaba, pero en este caso sí que fueron advertidas por una de mis lectoras.



En “El Muladí”, que es el libro que nos ocupa, me inventé un hermano del emir Ocba ibn Haddjjad, que iba a ser el patrón de Abdul, el muladí protagonista de la historia. Esta novela fue la tercera que escribí, después de “Pelayo, rey” y “La Cruz de los Ángeles”, y estaba pendiente de su publicación; cuando escribí “La Muralla esmeralda”, en sus últimas páginas aparecían algunos de los personajes de “El Muladí” y me di cuenta de que el nombre escogido para este jeque árabe no me gustaba, así que lo cambié por el de “Mohallabad”. Pero “Mohallabad” ya lo había usado para un caudillo bereber, al que tuve que rebautizar “Abdallah”; Entre tanto cambio y tanto nombre, uno se me escapó y hay una errata, pero no digo donde para que si alguien se aburre leyéndola, al menos tenga la curiosidad de encontrarla.


19 de junio de 2012

El Muladi 4.- Complicaciones

Nos habíamos quedado en que mi novela trataría de las aventuras de un muladí inventado, que transcurrirían durante el reinado de Alfonso I (Y los emires cordobeses contemporáneos), con una trama que tendría lugar en los territorios dominados por los musulmanes (para poder incluir la gran cantidad de información existente sobre esos territorios en esos años) y otra trama en Asturias, incluyendo algunos de los personajes que ya habían aparecido (aunque mis lectores no los conocieran aún) en La Cruz de los Ángeles), para dar continuidad a la novela como parte de la saga.




No fue difícil esbozar ambas tramas, aunque pronto surgieron complicaciones, debidas a que “La Cruz de los Ángeles” ya estaba escrita y “El Muladí” aún no.



La principal fue una circunstancia (No puedo decirla sin revelar la trama) que, sin ninguna justificación histórica, condicionaba gran parte de lo narrado en La Cruz de los Ángeles” y que tenía que tener su correspondencia en “El Muladí”, pero sin que los lectores se diesen cuenta de ello, pues era un secreto. Creo que lo conseguí bastante bien.



Otra, y no menos importante, aunque me diese cuenta mucho después, se refería a las edades de los protagonistas, concretamente del conde Rodulfo. Cuando escribí “La Cruz de los Ángeles” ya había entregado “Pelayo, rey” a la editorial, con lo cual no me preocupaba de ella. Así que al esbozar la trama de “El muladí” y pensar en utilizar a ese personaje, me fijé en que, en “La Cruz de los Ángeles” hacía que fuera el padre, ya fallecido, del rey Silo (Casi nada se sabe de ese monarca, así que podía inventarme lo que quisiera) y le imaginé (y así le describí en las primeras páginas del borrador de “El Muladí”) como un hombre ya maduro, en contraposición a los más jóvenes Alfonso I y Fruela “el Mayor”; y así encajó muy bien en la trama. Pero cuando escribí la “Muralla esmeralda”, cuyos hechos ocurrían antes que los de “El Muladí”, ya escrita pero aún no publicada, repasé “Pelayo, rey” y me di cuenta de que, mientras los hijos de Pelayo, Favila y Hermesinda, y los ya citados Alfonso I y Fruela, aparecían en sus últimas páginas, aunque aún muy pequeños, no se nombraba a los de Julián: Rodulfo e Isidoro; posiblemente porque aún, (en el desarrollo imaginario de la trama, pues son personajes de ficción) no hubieran nacido; aunque no lo decía expresamente lo que me permitía recurrir a diferentes interpretaciones.



Como mi concepto de “La Muralla esmeralda” era la de contar las aventuras de un grupo de jóvenes que, bajo la tutela de Pelayo, van preparándose para asumir sus responsabilidades, con hacer a Rodulfo e Isidoro un par de años menores que los otros arreglaba el tema; pero eso era incompatible con lo descrito en “El Muladí”. Decidí, pues, publicar “La Muralla esmeralda” como había pensado y cambiar algo “El Muladí” que aún no se iba a editar. Y con unas pequeñas correcciones del tipo de: “… con una sensatez impropia de sus años…” en vez de “… con la sensatez que correspondía a su avanzada edad…” que era la redacción original, y otras por el estilo, creí salir del paso airosamente. Una vez publicado “El Muladí” y leyéndolo atentamente (¡Qué diferente es leer unas páginas de papel impreso que la pantalla de un ordenador!) me di cuenta de que hay ciertos pasajes en que, aunque no se diga expresamente, la impresión es que algo no encaja. ¿Se darán cuenta mis lectores?



También hay otra complicación relativa al segundo hijo de Julián, hermano, por tanto, de Rodulfo: Isidoro. La primera vez que aparece en mis páginas fue en “La Cruz de los Ángeles”, novela en la que aparecía como un sacerdote, tío de Silo y confesor del rey (lo que le hacía conocedor de ciertas cosas que iban a tener importancia posterior). Al escribir “El Muladí” tuve que utilizarlo. Pero cuando, tiempo después, me puse con “La Muralla esmeralda”, me pareció un personaje interesante, describí su vocación religiosa y, siguiendo el curso natural de los acontecimientos, le hice obispo. ¡Pero en los dos libros posteriores sigue siendo un simple sacerdote! Lo de “El Muladí” no tiene arreglo, aunque no sé si algún lector se dará cuenta; pero intentaré cambiar lo imprescindible de “La Cruz de los Ángeles” antes de su publicación. (Previsiblemente, el próximo otoño)



Respecto a este personaje hay otra circunstancia, pero como entra mejor en la categoría de errata, de la que hablaremos en la próxima entrada, lo dejamos para entonces.

12 de junio de 2012

El Muladí 3.- Creación de la Novela.

Para hablar de cómo se llegó a gestar esta novela, tenemos que repasar brevemente los antecedentes.




Después de escribir “Pelayo, rey” (Por entonces pensaba titularla “La Cruz de la Victoria”), que, en un principio, iba a ser una única novela, decidí convertirla en una trilogía con tres historias que tuviesen como excusa una joya del Tesoro de la Catedral de Oviedo: La citada Cruz de la Victoria, la Cruz de los Ángeles y La Caja de las Ágatas.



Una vez concluída La Cruz de los Ángeles, que transcurre durante los reinados de Fruela I (en su 1ª parte); Aurelio, Silo, Mauregato y Bermudo I (en la 2ª); y Alfonso II (en la tercera, cuando es fabricada la joya que le da nombre), y sin conseguir avanzar mucho en la siguiente, “La caja de las Ágatas”, decidí, en honor de mis amigos de la localidad en la que paso mis vacaciones, Torre del Mar, Vélez-Málaga, Málaga, lugar en el que, como en toda Andalucía, los siglos de dominación musulmana dejaron una honda huella en cultura, costumbres, topónimos, etc., escribir un nuevo libro en el que el protagonista fuese un habitante de esa Hispania dominada por los árabes, en realidad, la mayor parte de la población de la península, y aún más, de los que hubiesen adoptado (él o sus padres) la religión de los nuevos señores: un “muwallad”



Aquí llega la primera duda. Hacer una novela independiente y mantener aparte la trilogía citada, o unirla a la serie. Como estaba atascado con la “Caja de las Ágatas” e incluso dudaba en si sería capaz de terminarla, y el editor quería cambiar el título de “La Cruz de la Victoria” por el de “Pelayo, rey” (a su juicio, más comercial, en lo que, posiblemente, tendría razón), renuncié aq la trilogía y decidí hacer una saga en la que se fueran alternando novelas en las que la acción transcurriera, principalmente en Asturias, con otras, complementarias, en las que narrase aventuras sucedidas en la España dominada por los musulmanes)



Segunda duda: ¿Mi protagonistas sería un personaje real, cómo había sido Pelayo y sus sucesores, o uno imaginario? No faltaban muladíes con historias lo suficientemente interesantes como para ser protagonistas de la novela, y muchos han pasado, con mayor o menor importancia, por mis páginas (Musa ibn Musa o cualquiera de sus descendientes, los Banu-Qasi; Ibn Hafsun, el rebelde de Bobastro; ibn Merwan, el gallego; etc.), pero había decidido que la novela formaría parte de la serie, y ya tenía escrita una sobre los sucesores de Pelayo, a excepción de su hijo Favila y su yerno Alfonso I. Así que la novela desarrollaría su trama durante el reinado de estos y, al no haber en esos años un personaje real, dentro del grupo de los muladíes, que mereciese los galones de protagonista, me decidí por uno imaginario. Eso me permitía inventarme lo que quisiera, pero me privaba de la base histórica que daba apariencia de realidad a mis novelas. ¿Saldría bien el cambio? Mis lectores tienen la palabra.



7 de junio de 2012

El Muladí 2

Una vez comunicada su publicación, vamos a hablar durante unas pocas entradas de esta tercera novela.




En la serie de los reyes asturianos, ocupa el tercer lugar, a continuación de Pelayo, rey y de La Muralla Esmeralda. Cuando acabemos con El Muladí volveremos sobre las dos anteriores.



Marco temporal. Los hechos ocurren en el reinado de Alfonso I (Excepto el prólogo, que lo hace cuando el rey era aún Favila) Por lo tanto comienza en el año 739 y finaliza con la llegada de Abderrahmán a España, hacia el 756.



Marco geográfico. Las aventuras de los protagonistas tienen por escenario la España dominada por los musulmanes, la provincia árabe de Ifriquiya y, cómo no, el reino de Asturias.



Marco político: En cuanto al reino asturiano, casi todo el reinado de Alfonso I (739-757). Y por parte musulmana, los emiratos cordobeses de Ocba ibn Haddjjad, Abdelmelic ibn Qatán, Balch ibn Bisr, Thaalaba ibn Salaama, Abu-l-Khattar, Toawa ibn Salama el chodani, y Yusuf el Fihhrí (Aunque durante los dos últimos, el auténtico gobernanteb en la sombra fue Samail ibn Hathim, “Abú Djauchan”.



Trama: (Lo que se puede contar sin desvelar los interrogantes).

El protagonista, Abdul ibn Tudmir, (personaje de ficción) un joven muladí (Hispano convertido – él o sus padres – al Islam) Tiene que abandonar a su amada, una cristiana llamada Jimena, y partir con sus señores a combatir la insurrección bereber que, por esas fechas, tiene lugar en el norte de África. La historia sigue fielmente todos los acontecimientos que estremecen a la España musulmana mientras el protagonista se convierte en consejero de los gobernantes islámicos, aunque sin abandonar la idea de volver a reunirse con su amada, a pesar de que sus intentos siempre acaban en fracasos.

Por otro lado, al ser una novela de la serie sobre los reyes asturianos, otra trama paralela cuenta lo que ocurre durante esos años en la tierra asturiana (con mucha mayor dosis de invención, pues hay muchos menos datos sobre ello) y toman protagonismo los jóvenes que ya vimos en “La Muralla esmeralda”, aunque ya convertidos en adultos: Alfonso I, su hermano Fruela, Hermesinda, la hija de Pelayo casada con Alfonso I, Rodulfo, conde de Gauzón (personaje de ficción), su hermano Isidoro… Y otros personajes que aparecieron como intrascendentes en “La muralla esmeralda” tomarán aquí protagonismo y lo confirmarán en la próxima novela, ya escrita, aunque aún no publicada, La Cruz de los Ángeles.

Por supuesto, ambas tramas, en algún momento, están conectadas para que la novela forme una aventura completa.

Que les guste.

4 de junio de 2012

Publicación El Muladí.

Éste es el motivo por el que hemos interrumpido la serie de entradas sobre las calles con nombre de reyes asturianos. EL MULADÍ, la tercera novela de la serie, ya está publicada y a disposición de quien la quiera. Al igual que la anterior, LA MURALLA ESMERALDA, la edita SAPERE AUDE ( info@editorialsapereaude.com ) y a esta dirección se pueden pedir, tanto en edición en papel como en descarga digital.




Como este año no he considerado pertinente hacer una presentación de la novela (no conviene abusar), no dispongo de un gran número de ejemplares de la misma, pero sí tengo algunos (pocos) por si a alguien le resulta más cómodo pedírmelos a mí que encargarlos a la editorial.



EL MULADÍ es una novela en sí misma, con comienzo y final de sus romances y aventuras (ya iremos hablando de ella más extensamente en próximas entradas), por lo que puede leerse independientemente del resto de la serie, aunque algunos de los personajes (históricos o inventados) que aparecen en sus páginas ya lo hicieron en LA MURALLA ESMERALDA y otros aparecerán en la siguiente, LA CRUZ DE LOS ÁNGELES.



De momento, nada más que esta noticia. Espero que sea del agrado de mis lectores.


aude