26 de julio de 2010

El Muladí

Ya que en "La Cruz de la Victoria" había narrado las aventuras de don Pelayo, y en "La Cruz de los Ángeles" las de Fruela I, Aurelio, Silo, Mauregato, Bermudo I "el diácono" y Alfonso II "el casto", decidí que mis novelas fueran una serie sobre todos los reyes asturianos. (Esto cambiará en el futuro, como a su tiempo se verá), aunque en algunas, como en ésta, la acción principal ocurra en la España musulmana. (También en las que se centraban en Asturias había capítulos dedicados a Toledo, el emirato de Córdoba e, incluso, el reino de los francos).
Se me habían quedado en el tintero Favila y Alfonso I; al primero, debido a lo breve de su reinado lo despaché con un prólogo, y decidí comenzar la novela en tiempos de Alfonso I, que se había atrevido a bajar de sus montes, saqueando los territorios que llegaban al valle del Duero y llevándose consigo, al volver al seguro de las tierras asturianas, a todos los cristianos que quisieron huir de la dominacion musulmana. Como también en esos tiempos había ocurrido la gran rebelión bereber, esto me daba pie para contar hechos acerca de los que tenía multitud de datos históricos.
El protagonista iba a ser Abdul, un joven hispanorromano cuyo padre se había convertido al Islam para evitar pagar impuestos y por lo tanto, él, oficialmente e irremediablemente, era también musulmán (Un muladí). Abdul estaba enamorado de una joven cuya familia se había mantenido en la religión cristiana (Una mozárabe). Una novela es más interesante con una buena historia de amor, y, si los enamorados tienen dificultades para estar juntos, mejor que mejor; así que aumentamos las dificultades: Él tiene que partir con su patrón, un noble árabe, a África a unirse al ejército enviado por el Califa para castigar a los bereberes, lo que me da pie para narrar las diferentes luchas entre facciones musulmanas que tanto ayudaron a la supervivencia del pequeño reino asturiano. (Árabes contra bereberes, Kelbíes contra Caisitas, sirios de Balch, llegados desde Damasco contra los "baladíes" -Los "antiguos" - que estaban en la península desde los tiempos de Muza, etc.)
Y ella tiene que seguir al rey Alfonso I a Asturias, lo que me permite narrar lo poco que se sabe de la vida del reino asturiano en aquellos años, y a explicar como llegaron a Asturias algunos de los personajes que tienen importancia en "La Cruz de los Ángeles)
La constante de la obra son los deseos del protagonista de volver en busca de su amada y las trabas que el malvado autor de la novela pone para impedírselo, (Realmente todos tenemos un lado sádico, y aquí lo puse de manifiesto), aunque mi excusa era que así podía tomar parte en todos los acontecimientos que ocurrían en esa parte de España. En esta novela el protagonista era, por primera vez en lo que yo había escrito, un sujeto inventado, no histórico, y cuyo destino, feliz o desgraciado, estaba solamente en mis manos. Disfruté mucho con ello y debo confesar que, hasta que comencé a escribir las últimas páginas, no tenía decidido como terminarla. Si alguna vez llega a publicarse, los lectores juzgarán si el final es el adecuado.
La historia del protagonista, aventuras y romances, no me supuso demasiada dificultad (ya iba cogiéndole el tranquillo a eso de rellenar páginas), pero, de repente, me encontré con una complicación inesperada. Los hechos de “El muladí” ocurrían antes de los de “La cruz de los Ángeles” y, en cierto modo, los predeterminaban, con lo que hube de cambiar algunos párrafos de la obra anterior, (por ejemplo, algunos personajes que aparecían en La Cruz de los Ángeles, habían fallecido en el Muladí, a otros no se les nombraba, cuando por su importancia deberían haber estado allí, etc.) y, lo que más trabajo me dio, una de las claves de la intriga de le segunda novela, no se podía contar en la primera, so pena de inutilizar lo que debería ser una sorpresa; pero sí debería insinuarse para no hacer imposible o increíble los hechos que transcurrirían después.
Esta complicación me produjo numerosos quebraderos de cabeza hasta que, mejor o peor, solucioné los problemas. Pero no aprendí; esta situación se repetirá años después.
Bien, "El muladi" siguió los pasos de sus antecesoras; Corrección por parte de mis incondicionales, encuadernación en canutillo, inscripción en el registro y colocación en mis estanterías dispuesta a descansar allí para siempre. ¿Será ese su destino?
Tardaremos en saberlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario