20 de agosto de 2011

UNA CIRCUNSTANCIA

Hay cosas que, llevados de la premura o el entusiasmo, podemos pasar por alto. Me apresuré, una vez terminada La Medalla olímpica a anunciar que podría hacer una novela en que se narrase lo que habría sido de unos hipotéticos descendientes de don Rodrigo (Mariano, un compañero del colegio, me había recordado que había dejado a mi personaje inventado, Alarico, en Ceuta con la, también ficticia, hija habida de la relación del rey godo con Florinda, “la cava”) y de don Pelayo (me apenaba que su estirpe concluyese con Alfonso II, “el casto”). Lo anuncié en el blog y decidí que esta novela narrase los últimos años del reinado de Alfonso I, puesto que los primeros transcurrían en la próxima novela, El Muladí. De hecho, me había puesto a la tarea, había hecho una tabla cronológica de los posibles personajes, un esquema, e, incluso, ya tenía el prólogo y los dos primeros capítulos.
Pero había otro detalle que me faltaba por hacer. Intentando no repetir los errores que me había producido el hecho de que La muralla esmeralda, recién publicada, fuese escrita después que El Muladí, (aún no editado, aunque espero hacerlo en 2012), y que éste lo hiciera después de la que le va a seguir, La Cruz de los Ángeles, (que, escrita justo después de Pelayo, rey, ya veremos cuando verá la luz), procedí a releer ambas, pensando encajar la acción entre una y otra.
Y había cosas que no recordaba. Una de ellas, que, después de escribir El Muladí, y dándome cuenta de que había un paréntesis entre esta novela y la siguiente, lo prolongué para que terminase justo antes de la muerte de Alfonso I, cuando comienza La Cruz de los Ángeles, con el inicio del reinado del rey Fruela I. Así que la que estoy (estaba) escribiendo, no iría entre ambas, sino que se solaparía enteramente con El Muladí.
Esto, aparte de obligarme a cambiar algunos detalles, me lleva a replantearme todo; pues es un cambio en la concepción de la serie. De ser una relación cronológicamente lineal de la historia del reino de Asturias pasaría a ser un conjunto de novelas sobre la vida en aquellos tiempos. ¿Me merece la pena cambiar algo que ya está estructurado en siete u ocho novelas, seis de ellas ya escritas? Puedo también prolongar esta (de la que ya tenía el título provisional, La estirpe de los reyes,) convirtiéndola en una serie de capítulos, para situar a los lectores, que transcurren en los tiempos de las novelas ya escritas, hasta llegar al final de La Cruz de los Ángeles, y que la trama se desarrolle en el tiempo que va desde el final de ésta hasta el comienzo del reinado de Ramiro I (este espacio temporal ya he comprobado que no lo he relatado en ninguna). O también puedo seguir, despacio, con esta, para publicarla después que se termine la serie.
Sea como sea, tengo que planteármelo con calma. Y como coincide con el final de las vacaciones de verano, haré una pausa para, ya en Madrid, con todos mis libros de consulta a mano, decidir qué camino seguir. Así que hasta entonces, aparco mis actividades literarias y mis intervenciones en el blog. Feliz fin de verano a todos los que lo lean y gracias por compartirlo conmigo

18 de agosto de 2011

LA ESTIRPE DE LOS REYES III

C.- Continuación de la segunda línea dinástica: Descendientes de Pedro de Cantabria a partir de Ramiro I.

1.- Ramiro I.- Hijo de Bermudo I, “el diácono”. Tras la muerte de Alfonso II “el casto”, sin hijos, Nepociano, como cuñado del rey y aduciendo que éste le había nombrado su sucesor, ocupa el trono. Pero Ramiro alega que también Alfonso le había prometido la corona y, con el apoyo de los nobles, se convierte en el décimoprimer rey asturiano. Con él se termina el período electivo o semielectivo, propio de los godos, y se pasa a un sistema hereditario patrilineal. Contrajo un primer matrimonio con Urraca, de la que tuvo a Ordoño, (el futuro Ordoño I) y, quizá, otros hijos de los que no hay confirmación. Después de enviudar, casó con la castellana Paterna de cuya descendencia tampoco hay seguridad. Posiblemente el conde Gatón, del Bierzo, también fuera hijo suyo, pero de la primera esposa. Y el conde Rodrigo de Castilla, si no hijo, también tuvo relación de parentesco con él, quizá por medio de su segunda esposa

1.1.- Ordoño I.- Duodécimo rey de Asturias. Junto con su ¿hermano? Gatón, conde del Bierzo, y su ¿primo o medio hermano? Rodrigo, conde de Castilla, tiene protagonismo en la, por el momento, sexta novela de esta serie, La Cruz de la Victoria. Hijo y sucesor de Ramiro I. Casó con Nuña, de la que tuvo, parece ser seis hijos: Alfonso (el futuro Alfonso III), Bermudo, Nuño, Fruela y García, aunque sobre esto no hay seguridad, excepto del primogénito.

1.1.1.- Alfonso III.- Decimotercer rey de Asturias. Hijo y sucesor de Ordoño I. Casó con Jimena Garcés, hija del rey García de Navarra. Tuvo cinco hijos: García I de León; Ordoño II, rey de Galicia y, posteriormente de León; Gonzalo, arcediano de la catedral de Oviedo; Fruela II, “el leproso”, rey de Asturias y después de la muerte de sus hermanos, de León; y Ramiro que, quizá, heredase el trono de Asturias cuando Fruela lo hizo con el de León. Y tres hijas, Sancha y dos más de las que se desconoce el nombre. Su vida está contada en la sexta novela de esta serie, La Cruz de la Victoria. Y la de sus descendientes da para una muy interesante novela que, probablemente, sea la octava y última de esta serie.

1.1.1.1.- García I de León.- Hijo de Alfonso III, reina en León, mientras que su hermano Ordoño lo hace en Galicia y su otro hermano, Fruela, en Asturias. Muere sin hijos.

1.1.1.2.- Ordoño II, rey de Galicia y, a la muerte de su hermano García I, rey de León, casa con Elvira Menéndez, nieta del conde Gatón ya citado, y de ella tiene a García?, Ramiro II de León, Sancho Ordóñez, por un tiempo rey de Galicia, Alfonso IV, “el monje” de León, y Jimena Ordóñez. Tras enviudar, lo hizo con Aragonta González, a la que repudió, y luego lo hizo con Sancha, hija del rey Sancho Garcés I de Navarra, con quien tampoco tuvo hijos. Su viuda casó después con Fernán González, conde de Castilla.

1.1.1.3.- Gonzalo: Arcediano de la catedral de Oviedo. Lógicamente, sin descendencia.

1.1.1.4.- Fruela II. “el Leproso”. Decimocuarto y, casi seguramente, último rey de Asturias. Cuarto hijo de Alfonso III. Se une a sus hermanos para derrocarle y recibe el reino de Asturias. Cuando mueren estos, es coronado rey de León unificando de nuevo el reino. Aunque algunos autores sostienen que, al recibir León, cede a su hermano menor, Ramiro, el reino Asturiano. Casa con Nunilo Jimena y, junto con su esposa, dona la catedral de Oviedo la joya conocida como “La caja de las ágatas”.Tiene con ésta a Alfonso. Posteriormente casa con Urraca, hija del valí de Zaragoza, Abdallah ibn Mohamed, miembro de los Banu Qasi. Con ésta tiene a Ramiro y Ordoño.

1.1.1.5.- Ramiro. Según algunos autores, aunque no está comprobado, al acceder Fruela II al trono de León, se convertiría en el decimoquinto y último rey de Asturias. También se afirma, aunque sin pruebas, que tras la muerte de Fruela II se casaría con su viuda, Urraca, quien le daría tres hijos, de los que nada se sabe con certeza. Así que aquí terminaría la rama de los descendientes de Pedro de Cantabria que fueron reyes de Asturias.

A continuación serían reyes de León, pero la sucesión de Fruela II, “el leproso”, por su hijo Alfonso Froilaz “el jorobado” (los motes son significativos) fue tan breve que los historiadores ni siquiera le otorgan ordinal. A continuación vienen luchas fratricidas entre los hijos de Ordoño II y los de Fruela II, con varios Alfonsos, Ramiros y otros luchando por la corona y creando tal confusión que los historiadores no llegan a ponerse totalmente de acuerdo sobre quién es el que reina en cada momento. Como no corresponde ya al reino de Asturias no lo contamos aquí, aunque, como es tan tentador para un novelista, quizá algún día hagamos algo sobre ello.

15 de agosto de 2011

LA ESTIRPE DE LOS REYES II

B.- Segunda línea dinástica: Descendientes de Pedro de Cantabria.

1.- Pedro, duque de Cantabria bajo los últimos reyes godos. Tras la invasión de los musulmanes se refugia tras los montes y se une a Pelayo. La leyenda le hace descendiente de Chindasvinto. De su mujer nada se sabe, aunque en la serie de mis novelas hago que sea la hija de algún jefe tribal cántabro. Tiene dos hijos, Alfonso y Fruela.

1.1.- Alfonso I. Por su matrimonio con la hija de Pelayo, Hermesinda, llega a ser, tras la muerte de su cuñado, Favila, el tercer rey de Asturias. Tiene tres hijos de su esposa, Fruela, Vimara y Adosinda, y un bastardo, Mauregato, según la leyenda, con una cautiva musulmana.

1.2.- Fruela (el mayor, para no confundirlo con su sobrino del mismo nombre). Segundo hijo de Pedro. De su esposa nada se sabe (Otro filón que, de momento, no he explotado). Tiene dos hijos, Aurelio, y Bermudo.

1.1.1.- Fruela I. Cuarto rey de Asturias. También de la estirpe de Pelayo. Se casa con Munia de Vasconia. Tienen dos hijos, Alfonso y Jimena, pequeños cuando muere su padre, por lo que la línea se interrumpe, momentáneamente.

1.1.2.- Vimara. Segundo hijo de Alfonso I. también de la estirpe de Pelayo. Muere a manos de Fruela, por lo que se sabe, sin mujer ni hijos (Aunque aquí podría inventarme lo que quisiera)

1.1.3.- Adosinda. Tercera hija de Alfonso. También de la estirpe de Pelayo. Casa con Silo, quien, por ese matrimonio, llega a ser el sexto rey de Asturias. No tienen hijos.

1.1.4.- Mauregato. Hijo natural de Alfonso I. Se cree que su madre fue una cautiva musulmana. Séptimo rey de Asturias. Muere, a lo que se sabe, sin mujer ni hijos.

1.1.1.1.- Alfonso II. Hijo de Fruela y Munia. Aunque, debido a su corta edad, no sucede a su padre, al llegar a la adolescencia es proclamado rey por su tía Adosinda a la muerte de su esposo Silo, pero es apartado del trono por Mauregato. Posteriormente es proclamado como noveno rey de Asturias. Casa con la princesa franca, Berta, pero, debido a su voto de castidad no tienen hijos. Aquí se acaba la descendencia de Pelayo (Bueno, no)

1.1.1.2.- Jimena, segunda hija de Fruela y Munia. Casa con Nepociano que, por este matrimonio, llega a ser, por unos días, décimo rey de Asturias, antes de ser depuesto por Ramiro I. No tienen hijos, pero la leyenda dice que la hermana de Alfonso II, de soltera, tuvo un desliz con el conde Sancho de Castilla, del que nació Bernardo del Carpio. (Imposible, pues el héroe de Roncesvalles participó en esta empresa cuando su supuesta madre tendría cinco o seis años, sin contar con que entonces Castilla aún no existía. De todos modos, es otro filón para un novelista que, de algún modo, aproveché en “La Cruz de los Ángeles”)

1.2.1.- Aurelio. Hijo de Fruela, “el mayor”. A la muerte de su sobrino, Fruela I, y ante la ausencia de candidatos de edad conveniente, es elegido como quinto rey de Asturias. No se sabe si tuvo mujer e hijos (Aquí también podría inventarme lo que quisiera)

1.2.2.- Bermudo I, “el diácono”. Segundo hijo de Fruela, el mayor. Tras la muerte de Mauregato es elegido por los nobles contrarios al “partido” de Fruela y Alfonso II para evitar el ascenso al trono de éste. Sacado del convento en que estaba y proclamado como octavo rey de Asturias. Casa, según las leyendas con Nunila, de la que nada más se sabe, (por lo que puedo inventarme lo que quiera, algo ya hice en “La Cruz de los Ángeles”, pero aún queda más) y tiene un hijo, Ramiro. Tras ser derrotado por los musulmanes, “recuerda” que era monje, abdica en Alfonso y vuelve al convento.

1.2.2.1.- Ramiro I.- Hijo de Bermudo I, “el diácono”. Tras la muerte de Alfonso II “el casto”, sin hijos, Nepociano, como cuñado del rey y aduciendo que éste le había nombrado su sucesor, ocupa el trono. Pero Ramiro alega que también Alfonso le había prometido la corona y, con el apoyo de los nobles, se convierte en el décimoprimer rey asturiano. Como con él se termina el período electivo o semielectivo, propio de los godos, y se pasa a una sucesión hereditaria patrilineal, dejaremos a este monarca y a sus sucesores para una próxima entrada.


13 de agosto de 2011

LA ESTIRPE DE LOS REYES I.

Metido ya en faena, quisiera compartir con mis lectores un poco del cómo y el por qué de esta (o estas) nuevas novelas.
La descendencia directa de Pelayo terminó (o no, ya lo iré explicando) con Alfonso II “el casto”, (a causa de su apodo, claro), y el resto de monarcas descienden (ya lo explicaré), a través de Ramiro I, de Pedro de Cantabria. (Al menos, los que corresponden a mis novelas, hasta que el reino se traslada a León. Del resto, aún no he estudiado nada, pero cuando lo haga ya lo iré contando)
Como esto (lo de que se acabe la estirpe de Pelayo) novelescamente es una lástima, he decidido, con la omnipotencia que tiene la imaginación de los autores, ponerle remedio en estas novelas (no diré cómo, no solo para no desvelar la trama, sino porque todavía no lo tengo claro, pero sí señalaré las múltiples posibilidades).
Lo que ocurre en una novela histórica no tiene, necesariamente, que ser real. Pero sí (y eso lo olvidan algunos autores), no chocar con la realidad, esto es, tiene que ser posible, aunque sea improbable. Eso nos limita un poco, por lo que, a continuación, iré desgranando las posibilidades.

A.- Descendientes de Pelayo:

1.- Pelayo, primer rey de Asturias. Se casa con Gaudiosa. (De la que nada se sabe. Puedo inventarme lo que quiera y así lo hice en Pelayo, rey) Tienen dos hijos, Favila y Hermesinda

1.1.- Favila, segundo rey de Asturias. Se casa con Froiluba (De la que nada se sabe, puedo inventarme lo que quiera y así lo hice en La Muralla esmeralda). Muere joven y deja un número indeterminado de hijos/as de los que nada se sabe (Aquí hay un filón para un novelista)

1.2.- Hermesinda. Se casa con Alfonso de Cantabria que, por este matrimonio llega a ser Alfonso I, tercer rey de Asturias. Tienen tres hijos, Fruela, Vimara y Adosinda. (Aunque Alfonso tiene un bastardo, Mauregato)

1.2.1.- Fruela I. (Cuarto rey de Asturias). Se casa con Munia de Vasconia. Tienen dos hijos, Alfonso y Jimena, pequeños cuando muere su padre, por lo que la línea se interrumpe, momentáneamente.

1.2.2.- Vimara. Muere a manos de Fruela, por lo que se sabe, sin mujer ni hijos (Aunque aquí podría inventarme lo que quisiera)

1.2.3.- Adosinda. Casa con Silo, quien, por ese matrimonio, llega a ser el sexto rey de Asturias. No tienen hijos.

1.2.1.1.- Alfonso II. Hijo de Fruela y Munia. Aunque, debido a su corta edad, no sucede a su padre, al llegar a la adolescencia es proclamado rey por su tía Adosinda a la muerte de su esposo Silo, pero es apartado del trono por Mauregato. Posteriormente es proclamado como noveno rey de Asturias. Casa con la princesa franca, Berta, pero, debido a su voto de castidad no tienen hijos. Aquí se acaba la descendencia de Pelayo (Bueno, en realidad, no)

1.2.1.2.- Jimena, segunda hija de Fruela y Munia. Casa con Nepociano que, por este matrimonio, llega a ser, por unos días, décimo rey de Asturias, antes de ser depuesto por Ramiro I. No tienen hijos, pero la leyenda dice que la hermana de Alfonso II, de soltera, tuvo un desliz con el conde Sancho de Castilla, del que nació Bernardo del Carpio. (Imposible, pues el héroe de Roncesvalles participó en esta empresa cuando su supuesta madre tendría cinco o seis años, sin contar con que entonces Castilla aún no existía. De todos modos, es otro filón para un novelista que, de algún modo, aproveché en “La Cruz de los Ángeles”)

Bueno, dejaremos para otro día la relación de los descendientes de Pedro de Cantabria.

12 de agosto de 2011

PROBLEMAS CRONOLÓGICOS II.

Las fechas en que gobernaron reyes y emires.

Este problema es de índole distinta al anterior, y no tan achacable a mis errores (aunque algo de responsabilidad sí que tengo, por supuesto)
Los historiadores no están totalmente de acuerdo con las fechas en que comenzaron o terminaron los diferentes reinados y emiratos. Según se acuda a una u otra fuente, puede haber un desfase de un par de años (incluso más).
Al realizar la tabla cronológica de la que he hablado en el capítulo anterior, he introducido también las fechas de comienzo de los reinados, para mejor situar las acciones, recurriendo a una de esas fuentes.
Y al pasar a esa tabla mis novelas, me encuentro con que, en lo que respecta a “El Muladí”, su protagonista, Abdul (imaginario), viaja a África, donde se encuentra con el ejército de Balch y, un tiempo después, que puede ser un año, le ayuda a llegar a la península. Pero en la fuente histórica que he consultado, Balch lleva ya un par de años en España, con lo que hay un desfase histórico.
Esto puede deberse, como espero, a que la fuente que consulté en su momento (y lo hice con tantas que ya no me acuerdo) discrepe de la que he consultado ahora, o a que cuando escribí “El Muladí” me equivoqué en las fechas. Me resulta difícil comprobarlo ya que en la citada “El Muladí”, al revés que en “Pelayo, rey” o “La Cruz de los Ángeles” (las primeras que escribí) no hago mención expresa de las fechas exactas en que ocurre la acción que narro y ahora, al hacer la tabla, tengo que estar continuamente deduciendo fechas del resto de los datos.
Sea como sea, ya no tiene remedio. Aunque como estos errores son más difíciles de detectar para el lector normal que los que puse de manifiesto en el capítulo anterior, espero que, ya que no se dieron cuenta de aquellos, tampoco lo hagan de estos.
También hay otro error en la fecha de la muerte de Pelayo, pero como tampoco digo expresamente en “La Muralla esmeralda” cuando fue, sino que hay que deducirla, igualmente espero que pase desapercibido.

9 de agosto de 2011

PROBLEMAS CRONOLÓGICOS I.

Los primeros problemas cronológicos que he detectado afectan a la segunda generación: los hijos de Pelayo y Gaudiosa ( Favila y Hermesinda), de Julián y Adosinda (Rodulfo e Isidoro), de Pedro de Cantabria (Alfonso y Fruela), - He escrito en negrita y no sé si saldrá así en el blog, los personajes reales, para distinguirlos de los de ficción. - y al resto de jóvenes de su edad, algunos de los cuáles salen de pasada en las últimas páginas de "Pelayo, rey", pero que tienen protagonismo en "La Muralla esmeralda". Las dificultades están centradas, sobre todo, en el personaje de Rodulfo.

Rodulfo es un personaje de ficción, hijo del también inventado, Julián (En “Pelayo, rey” es el amigo del protagonista y comparte todas sus aventuras) y de la hermana de Pelayo, Adosinda. En la citada “Pelayo, rey”, nace al final, en el mismo año de la batalla de Covadonga (722), y la boda de sus padres se realiza un año antes. En esa misma escena novela, Favila, el hijo de Pelayo, había nacido 9 años antes y esa es la edad que tiene al final, y su hermana Adosinda, 5. Los hijos de Pedro de Cantabria, Alfonso y Fruela tienen, a su vez, 10 y 8 años respectivamente, aunque no se precisa.
Después de escribir “Pelayo, rey”, lo hice con “La Cruz de los Ángeles”, que transcurre mucho después (del 757 al 796) y, como entonces pensaba que fueran tres novelas separadas, sin demasiados enlaces entre ellas, no presté mucha atención a las edades. Como del rey Silo nada se sabía, me pareció buena idea hacerle hijo de Rodulfo, quien se casaría en segundas nupcias con la musulmana Yasmina (Y no cuento nada más para no desvelar la trama)
A continuación de esta novela, escribí “El Muladí”, que transcurre en el tiempo anterior a ella. Tenía que justificar lo ocurrido posteriormente, y me interesaba que Yasmina, (la madre de Silo), al ser llevada a Asturias, se casase con alguien que la protegiese, así que pensé en un Rodulfo maduro en contraposición a los jóvenes Alfonso y Fruela, y como tal lo describí. (Ya no me acordaba de lo que había ocurrido en “Pelayo, rey”, al menos no de las cosas no demasiado importantes, y no lo comprobé. Espero no volver a incurrir en ese error.)
Cuando mis novelas se convirtieron en una serie y escribí “La muralla esmeralda” como continuación de “Pelayo, rey”, pensé en que Favila, Hermesinda, Alfonso, Fruela y algunos más, serían un grupo de jóvenes nobles que se educarían bajo la tutela del rey Pelayo, y así lo hice. Al comprobar los problemas con el Rodulfo maduro de “El muladí” revisé este último y cambié unas frases relativas a este personaje como “con la sensatez propia de sus muchos años” por “una sensatez impropia de su juventud” y otras por el estilo, y me quedé tranquilo pensando que había resuelto el problema de una manera inteligente. (¡Craso error!, debería decir)
Ahora, al decidirme a escribir una nueva novela con los hijos (desconocidos) de Favila y los ficticios del también personaje de ficción, Alarico (En mi novela, nietos del rey Rodrigo), me he puesto a hacer una tabla cronológica (lo que tendría que haber hecho al principio) y me encuentro con que Rodulfo, que nace en el año 722, según digo en “Pelayo, rey”, en el año 723, en que comienza “La Muralla esmeralda” tiene 9.
(¡Y pensar que ninguno de mis lectores me lo ha señalado!)
Hay más problemas con los edades de los jóvenes, pero ninguno tan escandaloso como éste, porque son de un par de años, que pueden ser asumibles dentro de la trama, o las edades no están dichas expresamente y admiten varias interpretaciones.

7 de agosto de 2011

NUEVAS TAREAS II.

Ya estamos en agosto y comenzando a trabajar en nuevas actividades literarias. ¿Y cuáles van a ser estas?
Pedía ayuda en una entrada anterior para decidir cuál debería ser mi nuevo objetivo novelesco. (¿O quizá debería decir que daba a mis lectores la posibilidad de influir sobre este?) Recibí algunos comentarios, pero, o bien eran de Fernando Arrechea sobre la concluida “La medalla olímpica”, o de Javier Serra (gracias, Javier, por ser uno de los que siempre colaboran) diciéndome, en síntesis, que hiciera lo que más me apeteciera. Claro que eso es lo que iba a hacer de todos modos, pero no sé si Javier me dijo eso con buena voluntad o porque me conoce mejor de lo que pensaba.
Entre todas las opciones que detallaba, había dos que me apetecían más que las demás. Una, la de retomar, al cabo de los años, la inconclusa “Boanerges”; y otra, la de concebir una trama en la que tuvieran cabida, de manera creíble, los descendientes de Alarico y Florinda (ver “La Muralla esmeralda”) por un lado, y los de Favila y Froiluba por otra. Una de las tareas era, sobre todo, creativa; y la otra de investigación (para los personajes reales) y de organización. Y al ser de índole tan diversa, me he decidido por compaginar las dos, trabajando en ambas alternativamente.
De momento, he comenzado a confeccionar una tabla con las edades de los posibles protagonistas y me he encontrado con algunos problemas que relataré en próximas entradas.

2 de agosto de 2011

LA MEDALLA OLÍMPICA

Ha comenzado agosto y, extrañamente en mí, o, al menos, en mi labor literaria, se han cumplido los plazos previstos. El 31 de julio puse la palabra “FIN” en “La medalla olímpica” como me había propuesto. En realidad es un “fin” un poco ficticio, no solo por lo que podrán ver los lectores cuando se (o “si se “) publique, que eso es otra historia, sino porque, en realidad, aún le quedan unas pocas cosas. Los capítulos que transcurren en París están a expensas de que una compañera del colegio, profesora de francés, y francesa ella misma, que ha residido en esa ciudad, incluso en la misma zona en la que hago que recorran mis protagonistas, me ayude con los detalles, al igual que hizo Javier Serra con los de Barcelona. (E Internet con el resto de los que no conozco personalmente). Así que si Annabelle Morín lee estas líneas, ya sabrá que le tengo preparado trabajo para cuando volvamos al colegio en septiembre.
Pero como esos detalles no afectan a la trama, ya he dado por concluido el borrador y ha empezado el proceso previo de correcciones argumentales, gramaticales y ortográficas para evitar que errores o gazapos se “cuelen” y lleguen a los lectores, tarea realmente imposible, aunque la realicen profesionales, y para la que reclamo, como siempre, todas las ayudas que me atrevo a pedir.
Como anécdota de este cometido, me gustaría señalar (Creo que ya lo hice en alguna entrada anterior), que en la primera de mis novelas, “Pelayo, rey”, hay un error relativo a un personaje que, a pesar de mis indicaciones, ha persistido en todas y cada una de las tres ediciones (cuatro, si contamos la del Círculo de Lectores) publicadas. En su día ofrecí un ejemplar firmado de cualquiera de mis libros a quien lo encontrase y me lo hiciese notar en este blog, y hoy reitero el ofrecimiento. En verdad es fácil (¿Quién me dice a quién he robado esa frase?)
Antes de pasar de nuevo al tema de cuál va a ser la próxima novela histórica en la que voy a trabajar (como señalé en la entrada anterior), y aún teniendo en cuenta que el título de este blog (Reyesasturianos) nos indica su contenido, ya que había prometido contar algo sobre “La medalla olímpica” voy a hacerlo ahora, cuando la tengo reciente en mi mente.
Hace unos años, en la primavera de 2008 estuve ayudando a mi hijo Pablo en unas clases sobre la Historia de los Juegos Olímpicos en la universidad camilo José Cela. Con ese motivo me dí cuenta de un detalle: En la página web del Comité Olímpico Español se dice (o se decía en esa fecha, no me he tomado la molestia de ver si lo han corregido) que la primera medalla olímpica conseguida por un español fue la de plata en tiro al pichón del marqués de Villaviciosa en los segundos Juegos celebrados en París en el año 1.900. Y eso mismo estaba grabado en el mural del hall del edificio que ocupa dicho Comité. Pero el Comité Olímpico Internacional no lo considera así.
Podría explicar el motivo, pero está documentadísimamente explicado en el libro “1900 La primera aventura olímpica española” de Fernando Arrechea (Encontrarán un par de intervenciones suyas en la entrada anterior de este blog), así que dejo que a quién le interese se entere de ello en él.
No obstante, como ese libro no estaba publicado cuando comencé (en tiempo real, en junio de 2008) a escribir el mío, me inventé una historia con intrigas, intervenciones de sociedades secretas, y demás, que iba a intentar ser desvelada por unos jóvenes profesores de un colegio, de los que uno intentaba hacer su tesis sobre ello.
En un principio intenté escribir en el mismo día a día en que vivían mis protagonistas, pero pronto me fui retrasando y cada vez me costó más conseguir en Internet los datos relativos a la fecha en que ocurrían las cosas. Así hasta este pasado mes en que la he finalizado (o no).
Y de momento no cuento más. Solamente que espero que se publique durante este curso próximo.
En la próxima entrada volveremos con las novelas históricas. Hasta entonces, feliz mes de agosto para los que hasta ahora no hayan cogido las vacaciones (no es mi caso, je,je)