La primera parte de esta nueva novela iba a estar dedicada al rey Fruela I; Este rey cuyo amor apasionado por la cautiva vascona, Munia (Sánchez Albornoz "dixit") tuvo gran influencia en el devenir del naciente Reino Asturiano. Entre los dos apelativos con que la historia ha distinguido a Fruela, "el cruel" y "el justiciero", me quedé con el segundo, pues por algo iba a ser el protagonista. Pero sin ocultar su carácter irrascible, aunque intentando darle una explicación. Había que introducir a su hermana Adosinda, darle una personalidad importante (Por su matrimonio con ella llegaría a ser rey Silo y, en la galería de retratos de los primeros reyes asturianos es la única reina que aparece retratada al lado de su marido), también aparecería este último, y habría que inventarse algo que justificase lo único que de él cuentan las crónicas ("En su tiempo hubo paz con los musulmanes por causa de su madre") y que tanto ha intrigado a los historiadores. Por supuesto que ese motivo y otras cosas acerca de él que, naturalmente, no revelaré aquí (Y, algunas, ni en el libro)son inventadas, improbables y, casi, absurdas,pero...¡Ah!, muy novelescas.
También tendrá parte importante el nacimiento del futuro Alfonso II y las circunstancias que lo rodearon, entre ellas, la fundación de Oviedo.
También pensé en introducir una trama de "espionaje" (Ya que había rivalidad entre dos potencias, el Reino de Asturias y el Emirato de Córdoba) absolutamente improbable, pero que me daría pie para hacer incursiones en lo que ocurria en la España musulmana en aquellos momentos, mucho más documentado que lo concerniente al Reino Asturiano
Y el final alcanzará tintes dramáticos, con el asesinato del hermano del rey, Vimara, a manos de un Fruela fuera de sí, y el ajusticiamiento del monarca por los nobles reunidos. (No desvelo nada, pues eso es histórico, aunque no el modo en que ocurre)
Un buen final para un libro, si no fuera porque la Historia continúa.
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