Como dije, estoy pasando estas Navidades en mi pueblo. Y como, también dije en otra entrada, aunque “mi pueblo” no es, en realidad, mi pueblo, pues no nací en él, no me crié en él y no vivo en él, cuando alguien me pregunta de dónde soy, respondo sin dudar: “de Luanco”; pues aquí (o en sus proximidades) nació mi padre, mis abuelos (esto no es realmente cierto, ya lo contaré algún día) mis bisabuelos, muchos de mis tatarabuelos y algunos de mis antepasados más lejanos de los que me pude enterar, y en su pequeño cementerio de Santa Ana están los restos de casi todos ellos.
En estos momentos me vienen a la memoria algunas frases que, bien como refranes, o en la letra de canciones populares, demuestran lo que la sabiduría popular piensa de estas cosas: “Quien a los suyos parece, honra merece.” “Bendita sea la rama que al tronco sale.” “De bien nacidos es ser agradecidos.”… No todas quieren decir lo mismo, pero sí revelan una misma forma de pensar. Forma de pensar con la que me siento identificado y que me lleva, como pequeño homenaje a mis raíces, a hacer que “mi pueblo” salga, aún sin citarlo expresamente, en todas las novelas en que puedo hacerlo.
Concretamente, en “Pelayo, rey”, en el capítulo XXIII, página 330, el protagonista organiza la expedición para liberar a su hermana, Adosinda, del cruel Munuza, saliendo en botes desde un pueblecito marinero situado un poco al norte de Gijón; la descripción de la bahía del pueblo y su pequeño puerto ballenero concuerdan con la de Luanco, lugar en el que, desde tiempos medievales, habia un asentamiento de pescadores de ballenas.
En “La Muralla esmeralda”, en el capítulo XVII, el rey de Asturias, Pelayo, descansa de sus obligaciones de gobierno participando en la pesca de la ballena junto con los habitantes del pueblecito pesquero que ya citamos en la novela anterior y a la que hacen referencias los protagonistas.
Y en “el Muladí”, hago varios de los personajes vivan en las proximidades del castillo de Gauzón (Gozón es el actual concejo” de que Luanco es la capital), edificio que sitúo, contra las tesis oficiales, y solo por que mi padre, siguiendo las teorías de unos pocos historiadores, así lo pensaba, en la costa próxima a Luanco. Posteriormente a la redacción de esta novela, excavaciones arqueológicas en el Peñón de Raíces, municipio de Castrillón (Cerca de Avilés), han confirmado que, con toda probabilidad, ese fue el emplazamiento del desaparecido Castillo de Gauzón, cuyas tierras, en los tiempos de las novelas, englobaban los actuales municipios de Gozón (Luanco), Carreño (Candás), Avilés y Castrillón.
En las siguientes novelas, tanto de esta serie (“La Cruz de los Ángeles”, “La Cruz de la Victoria”), como la dedicada al Apóstol Santiago (Boanerges), por supuesto la del héroe asturiano Gauzón o Gausón, e, incluso la actual “La medalla olímpica” (Unas ya escritas, aunque aún no publicadas, otras en período de finalización y otras apenas esbozadas) también hará su aparición mi “patria chica”, el pequeño pueblo marinero de Luanco.
Y, a todos sus habitantes, a todos los lectores de mi blog, a mis familiares y amigos, les deseo ¡¡¡UN FELIZ AÑO NUEVO!!!
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