Siguiendo la norma de interrumpir lo programado en aras de lo actual, hacemos una nueva pausa en el estudio de la evolución de los personajes. Si alguien estuviera siguiendo con interés esta serie de entradas, posiblemente se sintiera defraudado, pero como no creo que ese sea el caso, no tengo ningún cargo de conciencia en hacer esta nueva interrupción.
El domingo pasado fui a ver a mi hijo Pablo que participaba, como capitán del equipo del norte en la carrera “Norte contra Sur” de la comunidad de Madrid. Al escribir estas líneas se me ocurre la reflexión de que ese título “Norte contra Sur” podría atribuirse también a la Reconquista que intento narrar en mis novelas, pero no fue eso lo que ocupó mi mente en esos momentos, y no quiero que sea eso lo que inspire esta entrada; por un lado no hay ninguna razón que asimile a los participantes del equipo representativo de la mitad sur de la comunidad de Madrid con los musulmanes (el hecho de que el capitán del equipo del sur se llame Youness ait Hadi no quiere decir nada… espero) y, además, en esta edición, el triunfo correspondió a dicho equipo del sur (eso tampoco quiere decir nada… espero aún más)
Lo que ocurrió fue que, al pasear por el Retiro, lugar en que finalizaba la carrera, observé un paseo con estatuas de varios de los reyes de España. Ya lo conocía, por supuesto, y también que había más de estas estatuas en la Plaza de Oriente, pero, hasta ese momento no se me había ocurrido relacionarlas con mis novelas.
Estas estatuas forman parte de una colección mandada hacer por Fernando VI en 1750 para decorar los alerones de la terraza del Palacio Real y que, debido a su peso, no se colocaron en el lugar previsto y se distribuyeron por el Retiro, la Plaza de Oriente, los Jardines de Sabatini, el parque del Capricho, la Puerta de Toledo e incluso, algunas se llevaron a otras provincias.
Así que pensé en sacar fotos de las estatuas pertenecientes a los monarcas que apareciesen en mis novelas y colocarlos en este blog con una pequeña explicación histórica de cada uno. No se si será buena idea o no, interesante o no, pero, al menos, para mí resulta entretenida. Y hoy, primer sábado de vacaciones y que no tengo obligaciones del club deportivo del colegio, he cogido mi cámara y me he convertido en fotógrafo improvisado (actividad en la que soy mucho peor que en la de escritor, ya lo verán). El resultado, en próximas entradas.
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