Una vez finalizadas las entradas en el blog sobre mi cuarta novela (en el orden cronológico de la historia, y de momento), “La Cruz de los Ángeles”, me doy cuenta de que apenas he hablado de la situación en la España sometida a los musulmanes en aquellos años. Quizá ha sido porque, en esta novela, lo que sucede en esa parte de España influye poco en la trama, al menos en lo que corresponde a la imaginación del autor, pero no por eso dejo de contar los acontecimientos que ocurren en Al Andalus, con el objeto (como en todas mis novelas) de que el lector, no solo se entretenga, sino que tenga un conocimiento mayor de esos años.
Hagamos un pequeño resumen; la novela comienza con el reinado de Fruela I, en el año 757. Hacía apenas un año que Abderrahmán ibn Moawia, el último superviviente de la familia Omeya, había llegado a España. En Damasco, Abu al Abbas al Safah, tataranieto de Abbas ibn al Abd Mutalib, un tío del Profeta, había conseguido derrocar a los Omeyas, hasta entonces detentadores del Califato y dar comienzo a la dinastía abbasida. Pero su orden de acabar con la vida de todos los miembros de la familia rival no había podido ser cumplida exactamente. Abderrahmán, después de cruzar a nado el río Eúfrates, huyendo de sus enemigos y vagar cinco años por el norte de África, llegó a una España en la que las luchas por el poder eran persistentes. (¡Qué argumento para una novela! No desisto de, algún día, escribirla. Un pequeño apunte de todo esto puede leerse en la anterior novela, “El muladí”)
Abderrahmán desembarca en Almuñécar y se encuentra un país dividido por las continuas y sangrientas luchas entre kelbíes y qaysíes, bajo la discutida autoridad del emir Yusuf al fihrí y su “eminencia gris” y auténtico gobernante en la sombra, Samail (personajes que tienen importancia en la citada “El muladí”). Aunque al principio le reciben amistosamente, enseguida se dan cuenta de que el Omeya intenta establecer en España un reino independiente de Bagdad (Los abbasidas habían trasladado la capital a esa ciudad desde Damasco), lo que no era muy diferente de sus propias ambiciones, y se produce el choque entre ambas facciones. Abderrahmán triunfa, Yusuf y Samahil son asesinados (el resultado habitual en las contiendas entre musulmanes), y el Omeya se dedica a organizar su nuevo reino, amenazado por continuas rebeliones (los sucesores de Samail y Yusuf, los bereberes sempiternamente postergados, los mozárabes también, y no sin razón, descontentos, los muladíes oprimidos, los enviados de los abbasidas que intentan reconquistar sus territorios, etc., etc.)
Por esa época cuentan las leyendas (y así se narra en la novela) que Fruela I derrota a un ejército enviado contra Asturias al mando de un hijo de Abderrahmán. Eso nos crea un pequeño dilema histórico: Si Abderrahmán fue, como nos dicen las crónicas árabes, el único sobreviviente de los Omeyas a la matanza decretada por los Abbasidas, ¿De dónde salió ese hijo? Y si fue, como sus hermanos, engendrado después de su llegada a España, incluso en el último año del reinado de Fruela (el 768)no tendría más que diez años, muy pocos para mandar un ejército. En la novela hemos ignorado esta contradicción.
Abderrahmán muere en el año 788, mientras en Asturias han reinado (en la segunda parte de la novela), Aurelio(768-774), Silo (774-783), y Mauregato (783-789). Le sucede su hijo Hisam I (788-796), que tiene que defender su trono contra las rebeliones de sus hermanos Suleimán y Abdallah, además de las habituales de bereberes, muladíes y abbasidas. En este tiempo continúa la segunda parte de la novela con el reinado de Bermudo I “el diácono” (789-791) y comienza la tercera parte con los primeros años del largo reinado de Alfonso II, “el Casto” (791-842), aunque la novela termina en el año 808, durante el reinado de Al Hakam (796-822), que tiene que hacer frente a los mismos problemas que su padre, Hisam, problemas que tanto ayudaron a los reinos cristianos al principio de la Reconquista.
Una anotación que no me resisto a hacer. Cuando estaba redactando esta entrada (lo hacía de memoria, sin consultar mi novela), tuve algunas dudas en cuanto a las fechas y para solventarlas tecleé “Abderrahmán” en el buscador Google. En las múltiples entradas que aparecieron, es sobrecogedor y sintomático el gran número de ellas que, redactadas en castellano, pertenecen a organizaciones musulmanas que llaman a la unidad de los musulmanes y hablan con nostalgia de Al Andalus, cuando no instan a volver esta parte de España al dominio islámico. Que tome nota de ello quien tenga que hacerlo.
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