Para dar más pistas, y dado que ya ha habido una aportación,
narro brevemente lo que ocurrió tras la llegada del Omeya.
Cuando Abderrahmán I llegó a España, la lucha entre qaysíes
y kelbíes habitual en el Islam seguía latente. Pero con su llegada cambiaron
los bandos. Los “clientes” (los que se sentían obligados por una u otra razón
hacia un determinado personaje o familia) de los Omeyas contra los que seguían
apoyando a Yusuf el Fihirí.
La victoria de Abderrahmán y las consiguientes muertes de
Yusuf y su lugarteniente Samail no aseguraron un reinado tranquilo para Abderrahmán.
Antes, al contrario, durante todo el tiempo de su gobierno tuvo que someter a
los hijos de Yusuf, atrincherados en Toledo y en otras plazas, a los bereberes
que aún mantenían en su poder las serranías, a diferentes linajes kelbíes en
Huelva y a los enviados de los Abbasidas. (Todo esto lo cuento en mi novela aún
no publicada, “LA CRUZ DE LOS ÁNGELES”); por lo que no pudo emprender campañas
contra el reino asturiano. (La efectuada en 759 contra Galicia en la que su
¿hijo? Omar fue derrotado y muerto por Fruela es improbable, aunque la he
recogido en mi citada novela porque se adecuaba bien a la trama de esta)
Y, en el reino asturiano, los tiempos revueltos de los
reinados de Fruela, Aurelio, Silo, Mauregato y Bermudo no tuvieron
trascendencia ante esa impotencia de los musulmanes, quedando todo en un
“impasse” hasta la llegada al poder de Alfonso II, “el casto”
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