Retomamos de nuevo la trama histórica de la novela. Alfonso III no tenía que temer a ningún enemigo externo, pero, entre sus allegados, alguien intenta envenenarle. Fuera cierto o falso, el culpable parece ser su propio hijo primogénito, García, y el rey, indignado, le encarcela en el castillo de Gauzón. Pero tanto su esposa como sus otros hijos se le oponen. Una guerra civil parece estar a punto de desmembrar el, hasta ese momento pujante, reino asturiano. En ese momento, Alfonso recibe la noticia de que la acusación contra su hijo era falsa y se desmorona. Renuncia a la corona y se dirige en peregrinación a Santiago, en la escena con la que comienza la novela.
Pero García no obtiene el título de rey gratuitamente. Sus hermanos le habían apoyado a cambio de un precio y ahora lo exigen. Ordoño, el segundo, gobernará Galicia y el tercero, Fruela, Asturias, dejando para el primogénito León y Castilla, apoyado por su suegro, el conde de Castilla y (en la novela) instigador de la rebeldía, Munio Núñez. Aunque, por respeto a su padre, ninguno tomará el título de rey mientras Alfonso viva.
Esto parece ser el fin del reino de Asturias, aunque, en la historia, aún volvería la unidad por una generación, tras las muertes sucesivas de los hermanos, pero ya con la corte en León.
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