Al poner
la fecha de esta publicación he sentido vergüenza. Hacía cuatro meses y 22 días
que no escribía nada en el blog. No acabo de creérmelo. La verdad es que, en
todo este tiempo, mi actividad literaria ha sido pausada, al menos en la parte creativa,
debido, sobre todo, a que he estado centrado en las publicaciones, que creía
inminentes, de, por un lado, La estirpe de los Reyes, y por el otro, de La Cruz
de la Victoria, amén de tomar la decisión de intentar publicar o no la nueva
versión de La Cruz de los Ángeles. En cada uno de estos temas estaban implicadas
(de momento) tres editoriales diferentes, y en ninguno de ellos la decisión o
la realización me competía a mí. Debido a estar pendiente de estos temas, el
avance en la escritura de El Rey Leproso o La Caja de las Ágatas (aún no he
decidido cuál de ambos títulos voy a utilizar, o si serán dos novelas separadas)
ha sido muy lento, pues, sea como sea, no se publicará hasta que vean la luz las
otras dos o tres antecesoras.
Pero eso
no es excusa para abandonar de esa manera a mis lectores. Pido disculpas por
ello y, en este momento de comenzar las vacaciones estivales, que es el momento
en que más tiempo dedico (o dedicaba antes de mi jubilación) a la actividad
literaria, me comprometo a avanzar en la redacción de esa novela y a tener al
tanto de ello a mis lectores. Otra cosa son los temas editoriales, que quedan
aparcados hasta el próximo otoño.
Y ya solo
me queda, por supuesto, desear un feliz verano a todos mis lectores y a los
que, aunque aún no formen parte de ese colectivo, espero merecer que lleguen a él
en un futuro.
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