Siguiendo con la cuarta de mis novelas, “La Cruz de los Ángeles”, el
protagonista casi total de su primera parte fue Fruela I (”El rey enamorado”,
así lo califico evitando los juicios de los historiadores como “el cruel” o “el
justiciero”, porque para la novela tiene más importancia su amor por la cautiva
vascona, Munia, para la que creó un nido de amor en la futura ciudad de Oviedo Sí, ya sé que el origen de
Oviedo es la fundación de un monasterio por parte de Máximo y Fromistano, pero
si Fruela no hubiera llevado allí a Munia y allí hubiese nacido su hijo
Alfonso, no creo que éste, al convertirse en Alfonso II, “el casto”, tuviera
motivos para convertirla en la capital de su reino.)
Ya hemos visto en la entrada anterior las calles dedicadas a
este monarca, a su esposa Adosinda y a su cuñado Silo. Pasemos ahora a su sucesor, el 5º rey de Asturias, su primo
Aurelio, hijo de otro Fruela (“el mayor”), hermano de Alfonso I.
En Madrid no encontramos ninguna calle dedicada a este
monarca que, por otro lado, no tuvo especial significación en la historia.
Tampoco la hay en Oviedo, pero como sí existe en Asturias un
concejo llamado San Martín del Rey Aurelio, en uno de los barrios de la capital
asturiana, que tiene sus calles dedicadas a diferente concejos, encontramos una
con este nombre de éste; nombre debido a que Aurelio, durante su reinado
trasladó la corte a este lugar. (Hecho, por cierto, que no recojo en mis
novelas dado que, en su momento, no le dí importancia, aunque como todavía no
está publicada, quizá aún esté a tiempo de cambiarlo)
En Gijón no encontramos ninguna calle con este nombre, pero
en Cangas de Onís sí, muy cera de la dedicada a Fruela, su antecesor. (Lo que
indica que, quizá, no fuera cierto que Aurelio trasladase su corte al concejo
de San Martin, pues los otros monarcas que se alejaron de Cangas de Onís (Silo
y Adosinda, en Pravia) no están recordados en esta villa.
A Aurelio le sucedió Silo (gracias a su matrimonio con
Adosinda, la hija de Alfonso I), pero en la entrada anterior ya hablamos de
estos soberanos, así que pasaremos al 7º rey asturiano, Mauregato.
Mauregato fue un bastardo de Alfonso I, posiblemente con una
cautiva musulmana. Y las leyendas le hacen vil y traidor, atribuyéndole (con
toda probabilidad, falsamente) el denigrante tributo de las cien doncellas,
que, aunque no sea cierto, es tan novelesco que lo he incluído en mis libros. A
la muerte de Silo, su viuda Adosinda hace proclamar rey a su sobrino Alfonso,
el hijo de Fruela, al que había criado;
pero Mauregato no lo acepta, toma el poder mientras el joven Alfonso se refugia
con sus parientes alaveses y “recomienda” a Adosinda profesar en un convento. Naturalmente,
no debe haber calles dedicadas a este personaje. ¿Eso cremos? Pues no. O no fue
tan vil como dicen las leyendas, o el callejero es más morboso de lo
aconsejable, porque en Madrid, saliendo del paseo de Extremadura (muy cerca de
la dedicada a su hermanastro Fruela) hay una calle dedicada a este rey.
Aunque en Asturias si deben de haber hecho caso a las
leyendas, porque ni en Oviedo, ni en Gijón ni en Cangas le recuerdan en su
callejero.
A la muerte de Mauregato le sucede el hermano menor de
Aurelio, Bermudo I, 8º rey asturiano. Éste estaba en un convento, como diácono,
o a punto de serlo; pero los enemigos de Fruela, deseosos de apartar del trono
a su hijo Alfonso, buscan al único miembro de esa familia con vida y le
convencen para que acepte el trono.
Bermudo I “el diácono”, fue un rey breve, que no tiene
calles dedicada a él en Madrid, pero sí en Oviedo, subiendo hacia el Naranco,
(contigua a la dedicada a Alfonso I, “el católico” de la que ya hablamos).
Tampoco la tiene en Gijón ni en Cangas, aunque fue el último
d elos onarcas asturianos que tuvo su corte en esta villa.
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