Una vez vistas las calles dedicadas a Alfonso I y
Hermesinda, protagonistas de la segunda novela, La Muralla Esmeralda ,
y de la 3ª, El Muladí, pasaremos a los hijos de éstos, Fruela, Vimara, y
Adosinda, que intervienen en la 4ª, La
Cruz de los Ángeles, que, previsiblemente, se editará en el
próximo otoño.
Fruela I, llamado por algunos historiadores “el cruel” y por
otros “el justiciero”, fue el 4º rey de Astuiras, sucediendo a su padre, Alfonso
I.
En Madrid, entre la avenida de Portugal y el paseo de
Extremadura nos encontramos con una pequeña calle dedicada a Fruela. Como no
tiene ordinal, supondremos que se trata de este monarca, aunque también podría
tratarse de su tío del mismo nombre, que, aunque no fue rey, emprendió
múltiples campañas al lado de su hermano Alfonso, lo que también confundió a
los cronistas musulmanes de la época; o del último rey de Asturias, Fruela II,
“el leproso”, que, previsiblemente, aparecerá en la última novela de esta
serie, aún no escrita.
En Oviedo, la prolongación de la calle Uría, desde el Campo
de San Francisco hacia el centro antiguo, se llama calle Fruela; en este caso
no cabe duda de que se trate de dicho Fruela I, pues a éste monarca se debe la
fundación de la ciudad de Oviedo, como se cuenta en la citada 4ª novela, “La Cruz de los Ángeles”
En Gijón no encontramos alguna calle dedicada a este
monarca, y en Cangas de Onís, según se entra en la ciudad desde el sur por la
carretera de Castilla, tenemos la calle del rey Fruela. Y no es extraño, pues
Fruela reinó en Cangas de Onís, y en esta villa mató a su hermano Vimara y fue
a su vez asesinado por los nobles partidarios de éste. Quien quiera saber cómo,
lo tiene fácil, si, cuando se edite, consigue dicha novela “La Cruz de los Angeles”, en la
que se narra todo lo relativo a este rey. (Aunque no deja de ser una ficción,
inventada por el autor, novelando lo que de ese hecho cuentan las crónicas.)
Su hermana, Adosinda, tanbién es un personaje histórico, pues
por su matrimonio, su esposo, Silo, pasó a ser el 6º rey Asturiano; aunque aquí
también caben dudas sobre si los callejeros se refieren a ella (lo más
probable), o a su tía abuela del mismo nombre, hija de Pelayo y de Gaudiosa.
En Madrid Adosinda y Silo no disfrutan de ninguna calle.
En Oviedo tampoco, aunque el Google nos indica una calle del
rey Silo en Avilés. Y, por supuesto, otras en Pravia, con los pomposos nombres
de calle del rey don Silo y de calle de la reina Adosinda. Y así debe ser, pues
estos monarcas trasladaron la corte de Cangas de Onís a Pravia. Y en el
monasterio de Santianes, cerca de allí, profesó la reina después de la muerte
de su marido (¿Voluntariamente u obligada?; la respuesta, ya lo saben, en “La Cruz de los Ángeles”)
En Gijón y como continuación de la calle de Alfonso I, está
la calle de Adosinda, como ya dijimos en la entrada dedicada al monarca padre
de nuestra protagonista. Aunque no hay rastros de su marido.
Y en Cangas de Onís también se han olvidado de estos
monarcas, quizá en castigo por haberse llevado la corte lejos de allí.
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