Más de un mes sin hacer ninguna entrada en el blog es algo grave y que me avergüenza. Pero así ha sido. Y no sabría explicar muy bien las razones, pues a mí mismo se me escapan. En fin, lo hecho, hecho está, y vamos a intentar retomar esta actividad, para mí tan gratificante.
Dejo para la próxima entrada volver al inacabado tema der las estatuas, y me limitaré a contar como van progresando mis novelas. La verdad es que no mucho, pues de repente me dio el capricho (me había ocurrido por primera vez hace bastantes años, pero hasta hoy había resistido la tentación) de convertir mi primera novela, pelayo, rey, en un musical, zarzuela, opereta o algo así. Intento imprudente, atrevido, ilógico, y cualquier otro adjetivo que se les ocurra para alguien que, aparte de no haber estudiado nunca ni tener los menores conocimientos de música, tiene la "cualidad" de poseer un oído incapaz de distinguir una nota de otra.
Pero, a principios de año, en uno de los paseos matutinos que doy a nuestro perro Ugo, de repente, me vino a la cabeza la obra entera. ¡De golpe! Y cuando digo entera, es entera. Argumento, distribución en actos, texto, letras de canciones, incluso, con mis limitaciones, melodías de las mismas, decorados, vestuarios... ¡Todo! Como en un flash. Y he`pasado este mes poniendo todo eso por escrito, antes de olvidarlo. Ahora solo falta escribir la música, para lo que pediré ayuda, o bien, me decidiré a aprender a hacerlo yo. Ya veremos.
Por otro lado, tanto la siguiente novela "El Muladí", como la otra que no pertenece a esta serie, "La medalla olímpica" ya están en camino de editarse para la primavera. También hablaremos proximamente de ellas.
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