Estábamos siguiendo la evolución de algunos de los personajes de la serie (de momento solo le había tocado el turno a don Pelayo) pero volvemos a hacer otra pausa. Lo programado, en muchos aspectos, y desde luego, en la literatura, debe ceder el paso ante lo espontáneo o lo actual. Y este es el caso que nos ocupa.
Como ya he narrado, hace aproximadamente un mes y medio, s epublicó la segunda de mis novelas, “La Muralla esmeralda”. Como de costumbre, a todos aquellos que la compraron y que entran dentro del círculo de mis conocidos, les pedí que, cuando la leyesen, me hicieran una crítica, lo más dura posible, de la misma, con el objeto de, gracias a ellas, ir mejorando en mi faceta de escritor. La respuesta general fue la de que tendría que esperar a que pasasen las vacaciones estivales, período en que todos nosotros (yo incluido), tenemos algo más de tiempo para dedicar a la lectura. Pero hubo algunas excepciones.
Uno de mis lectores me dijo hace unos días, al cruzarse casualmente conmigo: “Bueno, ¿y para cuándo la continuación?”. Yo le expliqué que “La Muralla esmeralda” no era más que la segunda novela de una serie de la que ya estaban escritos, sin contar los dos libros publicados, otros cuatro más, como sabrán los que sigan este blog. “No” – me contestó – “Me refiero a que has dejado una historia inconclusa y quiero saber lo que va a pasar”. Y a continuación me explicó que hablaba de Florinda, la hija natural del rey Rodrigo y el godo Alarico (personajes ambos inventados, debo aclarar) “a los que has dejado abandonados en Ceuta sin explicar qué va a ser de ellos.”
En efecto, en la novela Alarico ha conseguido casarse con Florinda y es un auténtico desagradecimiento hacia quien tanto juego me ha dado en las diferentes aventuras narradas, dejarle sin darle, ni siquiera, ocasión de despedirse d esus compañeros ni de los lectores.
Como ya he explicado en este blog, “la Muralla esmeralda” se escribió, a petición de la editorial, después de que estuviera concluído “El Muladí” que es la que le sigue, e, incluso, mucho después que la que va después de ambas, “La Cruz de los Ángeles”. Esto me lleva a que Alarico, que es un personaje que inventé para esta novela, y Florinda, que se me ocurrió cuando ya llevaba escritos varios capítulos y mis protagonistas estaban en Ceuta, recordando que había dejado allí a su madre, la otra Florinda, esta, si no real, al menos sí narrada en las leyendas de “la Cava”, no apareciesen en las novelas que le siguen.
Pero de esto ya me había dado cuenta, y si alguien leyó la entrada en mi blog, titulada “Segunda novela; Planificación III, los Viajeros II” (Sí, un título raro y aburrido, pero que me ha permitido encontrarle cuando lo he necesitado, es decir, ahora), de fecha 2 de diciembre de 2010, pudo encontrar el párrafo que copio y pego a continuación, hablando del citado Alarico:
“…y, traspasándole el encargo de volver a informar a Pelayo, vuelve a Ceuta en busca de su amor. (Ya le había hecho sufrir demasiado, además unos hijos suyos y de Florinda serían descendientes del último rey godo, don Rodrigo, y podrían tener protagonismo en novelas posteriores. Aún no les he utilizado, pero la posibilidad queda abierta)”
Espero haber contestado, ¿verdad, Mariano? Y si no, seguiremos hablando de ello.
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