21 de agosto de 2015

COMPLICACIONES III



Y vamos con la más importante de las cuestiones que me ocuparon antes de
poder dedicarme a redactar los capítulos dedicados a la llegada de Abderrahmán:
Sus hijos.

Para aclarar la cuestión, tenemos que Abderrahmán nació en 731, por lo que llega a España con 24 años. No hay noticias de que tuviese hijos antes de eso, ni de que le acompañasen en su llegada (aunque no es imposible).

 
Pero en la Crónica de Alfonso III, versión “ad Sebastián”, se dice que Fruela derrotó y dio muerte a un hijo de Abderramán, de nombre Umar, en Pontuvio; esa batalla, si es que existió, tuvo lugar, aproximadamente unos tres años después de la llegada al trono de Abderrahmán, en el año 759-60, cuando el omeya tendría unos 28 años, por lo que no podría haber tenido un hijo en edad de mandar el ejército, así que eso, con toda probabilidad, no será cierto; pero yo ya había citado a ese Umar en LA CRUZ DE LOS ÁNGELES. Esa cuestión ya la solucioné haciendo que Abderrahmán adoptase a un omeya (inventado) de nombre Omar en los capítulos que había escrito anteriormente.     
Pero Abderrahmán había tenido más hijos. Las crónicas nos hablan de, al menos, tres. Su sucesor, Hisham, era hijo de la esclava Holal, que el omeya había encontrado en el palacio de Córdoba cuando la conquistó, en el año 756. Así que habría nacido, como muy pronto, en 757. Los otros dos hermanos, Abd Allah y Suleimán, deberían haber nacido antes (Se nos dice en las crónicas que prefirió a Hisham antes que a sus hermanos mayores), así que el tiempo que disponemos para que hayan nacido antes que Hisham, si es que no lo habían hecho antes de su llegada, es muy corto. Eso me da pie para, sin ningún fundamento histórico, introducir una trama de ambiciones y amoríos durante la estancia de Abderrahmán en Almuñecar, que espero que haga más interesante la novela.

               
Por último, dicho esto, quiero terminar comunicando que, una vez solucionados estos problemas, la trama avanzó lo suficiente para dejar a Abderrahmán entronizado en Córdoba, abandonar el relato de acontecimientos ocurridos en la España musulmana y que nuestros auténticos protagonistas, los (imaginarios e imaginarias) descendientes del último rey godo, don Rodrigo, y del primer caudillo
asturiano, don Pelayo, se unan (ficticiamente) a la lista real de reyes asturianos.

También tuve tiempo de desplazarme a Almuñécar, Archidona y Turrush siguiendo el camino de Abderrahmán, aunque, lamentablemente, no pude llegar hasta las ruinas del castillo de Turrush porque mi coche, según me dijeron, mientras lo observaban con aire crítico, los lugareños, no podría llegar hasta allí. Así que la descripción de ese sitio, al contrario que las restantes realizadas en la novela, no se corresponde con ninguna realidad. 

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