21 de marzo de 2012
ESTATUAS DE REYES X, Oriente, Wifredo “el velloso”
Realmente esta estatua no debería formar parte de las que comento como pertenecientes a los reyes asturianos protagonistas de mis novelas. Pero como ya he tratado algunas que solo aparecen en mis novelas tangencialmente y son ya pocas las estatuas que nos quedan por ver, dediquemos unas líneas a este personaje que, ni fue asturiano, ni fue rey, pero que algo(o m ucho) tuvo que ver con las historias que intento contar.
Wifredo “el velloso” o Guifré “el pilós” como se le conoce en Cataluña (840-897), fue conde de Barcelona, en unos tiempos revueltos en que los reyes francos nombraban y deponían a su antojo a los gobernantes de este lado de los Pirineos. Más después de él la dignidad de conde ya fue hereditaria y los soberanos francos se limitaban a aceptarla, por lo que se le considera el iniciador de la casa condal de Barcelona.
Aunque hay algunas dudas sobre sus orígenes, generalmente se le considera hijo de Sunifredo de Urgel, conde de Urgel y de la Cerdanya, quien, en el transcurso de las luchas dinásticas en el reino de los francos, entre Carlos el Calvo y Pipino II de Aquitania, tomó partido por el primero de ellos, mientras Bernardo de Septimania, conde de Barcelona, Gerona, Narbona y Tolosa defiende a Pipino. Cuando Carlos el Calvo derrota y hace ejecutar a Bernardo, concede todos sus condados, menos el de Tolosa, a Sunifredo. Pero el hijo de Bernardo, Guillermo de Tolosa, en el año 848, ataca a Sunifredo y a su hermano Sunyer, conde de Ampurias, les da muerte y se apodera de sus territorios en nombre de Pipino.
En el 870, Carlos el Calvo derrota definitivamente a Pipino y nombra conde de Urgel y Cerdanya a Wifredo, hijo de Sunifredo, y conde de Ampurias a su primo Sunyer II. Posteriormente, el concilio de Troyes (878) concede a Wifredo los condados de Barcelona, Osona, Gerona y Besalú, con lo que se establecen los cimientos de una Cataluña independiente, lo que ocurriría cuando las luchas dinásticas vuelven a imperar en el reino de los francos y Wifredo, al igual que el resto de condes del sur de los Pirineos, declinan tomar partido por uno u otro de los aspirantes.
En mis novelas Wifredo tiene una breve aparición en la aún no publicada “La Cruz de la Victoria”, cuando es derrotado y muerto, en el año 897, por el último de los Banu Qasi, Lubb ibn Mohamed, ante Barcelona.
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