Este fin de semana estuvimos en Luanco, mi pueblo, y
coincidió que ayer, 8 de septiembre, fue el día de la Virgen de Covadonga, “La
Reina de nuestra montaña”, protectora de Pelayo, el protagonista de mi primera
novela, y de nuestra querida tierra asturiana. Así que pedí a Nuestra Señora, (“que
tiene por trono la cuna de España”) una atención especial a nuestra patria, en
estos difíciles tiempos que vivimos; y también a mis libros, los publicados y
los que están en espera de hacerlo, a mi familia, amigos, y a todos los que
lean este comentario en Facebook.
Pero en la homilía de la misa de ese día, el sacerdote nos
dijo que sí, que todos pedimos cosas a la Virgen, pero ¿qué estábamos
dispuestos a ofrecer por nuestra parte? Y eso me dio una idea. En mi blog y mi
pagina “pelayo rey” había dicho a mis lectores que estaba pensando en abandonar
la novela que estoy escribiendo en estos momentos, ya que estaba atascado con
ella. Pues no, no la abandonare, sino que la terminaré, y no solo esa, sino
todas las que tengo empezadas y que narran la historia del Reno de Asturias,
desde don Pelayo, hasta Fruela II, decimocuarto y último rey. Y lo haré como
homenaje a nuestra Santina, que “ye
pequeñina y galana”.
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