2 de diciembre de 2012

EL FINAL DE LOS OMEYAS

Había prometido contar el trágico final de la dinastía que gobernó el Islam desde el año 661 hasta el 750. Voy a hacerlo intentando cumplir con la obligatoria brevedad de una entrada en un blog, a la vez que procuro ser lo suficientemente extenso como para que la curiosidad de mis lectores quede satisfecha.


En el año 750 el califa Merwan II (744 - 750) es derrocado y muerto, así como casi toda su familia. Únicamente Abderrahmán, hijo de Moawia y nieto del califa Hisham (724 - 743) consigue huir y continuar la dinastía a orillas del Guadalquivir, primero como emirato independiente y después como el esplendoroso califato cordobés. Pero para saber como se llegó a esta situación, tenemos que remontarnos a los inicios del Islam.

A la muerte de Mahoma, su primo y yerno, Alí, se creyó con derecho a sucederle; sin embargo los compañeros del profeta eligieron como califa (“Jalifat Rasul Allah”, sucesor del mensajero de Alá), primero a Abú Bacr, luego a Umar y por último a Uthman, (De la influyente familia Omeya, llamados así por el abuelo de Uthman , Ummaya ibn Abd Shams, a su vez sobrino de Hashim, bisabuelo del profeta, quien da nombre a los hachimies) siempre con la oposición de los seguidores de Alí, los “chiitas” (De” shi’at Alí” los partidarios de Alí). A la muerte de Uthman, al fin es elegido califa Alí, pero el gobernador de Siria, Muawiya, sobrino de Uthman, le acusa de haber inducido al asesinato de su predecesor y se rebela contra él, iniciando una guerra civil. Ambos ejércitos se encuentran frente a frente en Siffin, mas para evitar una lucha cruenta entre parientes, deciden someterse al arbitrio de un neutral, quien se decanta por Muawiya. Antes de esta decisión, una parte importante de los seguidores de Alí se niegan a lo que consideran una componenda y una traición a sus ideales y se retiran, formando desde entonces el grupo de los “jairiyíes”.

Alí, disgustado con la decisión, se retira a Kufa, en Irak, zona en la que sus seguidores son mayoría, pero es asesinado por los “jairiyíes”, que consideraban que había traicionado a sus partidarios. Le sucede como “imán” (o jefe espiritual) de los chiitas su hijo Hasan, y después de él, su hermano menor, Husayn (o Huseín), nieto, por lo tanto, de Mahoma.

A la muerte de Muawiya, Husayn se dirige a Damasco, reclamando el puesto de Califa, pero en Kerbala es interceptado por las tropas de su rival, Yazid, hijo de Muawiya, siendo asesinado cruelmente. Desde entonces y hasta nuestros días, en su aniversario y en su memoria, los chiitas celebran la más importante de sus conmemoraciones (Ashura).

Desde entonces los Omeyas gobiernan sin oposición, aunque tanto chiitas como jairichíes aguardan su momento. Cuando, como hemos visto en la entrada anterior, en el año 744, los hijos y sobrinos de Hisham comienzan a disputarse el poder, los descontentos con los Omeyas ven llegada su oportunidad y, al mando de Abú Muslim se rebelan contra la familia gobernante, ayudados por chiitas y jairiyíes. Cuando Abú Muslim derrota a Merwan, último de los Omeyas, se descubre que actuaba defendiendo los intereses de Abu al Abbas un descendiente de Abbas, tío abuelo de Mahoma (de ahí el nombnre de su familia, los abasidas), quien es proclamado Califa ante el disgusto de chiitas y jairiyíes, que se ven de nuevo postergados. Se gana el apodo de As Safah (el sanguinario) ordenando asesinar a todos los miembros de la familia de los Omeyas, ejecución de la que se salva Abderrahmán ibn Moawia, nieto de Hisham, huyendo a España.

El sucesor de As Saffah, su hermano, recibe el nombre de Al Mansur (el victorioso), aunque tampoco le hubiera ido mal el mismo sobrenombre de su antecesor, pues para asegurarse el trono, ordena asesinar a los miembros de su familia que podían reclamarlo, y al propio Abú Muslim, al que le debían el trono. Así queda constituido el califato abbasida, que traslada su capital a Bagdad.

Y me dirán mis lectores ¿Qué nos importa todo esto a los seguidores de una serie de novelas que narran la historia de la Reconquista hispana? Pues no mucho, en realidad, aunque sirvan para conocer mejor a Abderramán I, quien debido a estos sucesos, en vez de ser un personaje entre muchos de la corte de Damasco, es el fundador del emirato independiente de Al Andalus e interviene decisivamente en la historia de España.

Y también para conocer las disensiones internas del mundo musulmán que duran hasta nuestros días.

26 de noviembre de 2012

COMPLICACIONES EN LA ESTIRPE DE LOS REYES.

He tardado en entrar de nuevo en el blog. Por diversas razones no puedo dedicar a la actividad literaria tanto tiempo como quisiera y tampoco estoy avanzando lo que me gustaría, por lo que no tengo demasiadas cosas que contar.


Como anunciaba en la entrada anterior, he tenido que tomar una decisión, y, con sentimiento de frustración y sin estar seguro de hacer lo correcto, he vuelto a postergar a La Cruz de los Ángeles hasta que haya avanzado lo suficiente en La Estirpe de los Reyes como para comprobar que lo que escriba en esta última no esté en contradicción con lo narrado en aquella.

Pero este avance es tremendamente lento. Ya había avanzado que, escritos ya los capítulos correspondientes a la descendencia de Favila, al menos hasta enlazar con los primeros de “El Muladí”, cuando Alfonso I vuelve a Asturias con las cautivas musulmanas que tanta importancia van a tener en esa novela (Y en la Cruz de los Ángeles), me había centrado en la trama correspondiente a la (imaginaria) descendencia de Rodrigo, con Alarico y su hijo Teodoredo (nieto bastardo y no reconocido del último rey godo) llegando al Imperio Bizantino.

Mi primera idea era que esto ocurriese en el año 743, cuando el legítimo emperador, Constantino, depuesto por su cuñado Artabasdo, luchase para reconquistar su trono, labor en la que el griego Nicéforo y Alarico iban a ser determinantes. (Y así está ya esbozado y escrito). Además, como según estaban establecidas las edades, Teodoredo iba a ser, más o menos, contemporáneo de Abderrahmán I, iba a aprovechar la ocasión para que se conocieran (Pensaba posteriormente hacerles coincidir en España para tener ocasión de narrar la apasionante vida de Abderrahmán con más detalle que lo ya esbozado en El Muladí y en La Cruz de los Ángeles.)y, con esa intención, envié a Alarico como embajador de Constantino a pedir una tregua a los musulmanes en el año 744.

¡Y en qué momento lo hice! Desde hace más de un mes estoy intentando documentarme sobre el califato de Damasco en esa época. Acababa de fallecer Hisham I Abd al Malik, 10º califa de la familia Omeya, y le había sucedido su sobrino Walid II ibn Yazid, que iba a reinar solo unos meses, pues ese mismo año moriría, quizá envenenado, y su primo Yazid III ibn Walid, hijo del primogénito de Abd al Malik, ocuparía su lugar. Aunque también en ese año 744 muere, y le sucede su hermano Ibrahim ibn Walid, pero otro omeya, Merwan ibn Mohamed se subleva defendiendo los derechos de los hijos de Walid II, y cuando, por orden de Ibrahim, son asesinados, Merwan se proclama califa, cargo que ocuparía hasta ser derrocado y muerto por los Abbasidas (Pero esto es otra historia que dejaré para la próxima entrada).

Así que tengo que contar las intrigas de esos años, con unos gobernantes musulmanes con nombres que se prestan a la confusión. (El Hijo de Walid I se llamó Yazid y gobernó como Yazid III; el hijo de Yazid II tuvo el nombre de Walid, y gobernó como Walid II, además, todos conspiraron unos contra otros) No sé cómo hacer para que los lectores puedan entenderlo sin perderse. Realmente, antes tengo que conseguir entenderlo yo para redactar una trama coherente.

Y en eso estamos desde hace más de un mes.

10 de octubre de 2012

PROBLEMAS QUE SURJEN AL TRABAJAR EN LA CRUZ DE LOS ÁNGELES


Como habíamos anunciado, he abandonado temporalmente LA ESTIRPE DE LOS REYES para centrarme en la corrección ortotipográfica de LA CRUZ DE LOS ÁNGELES. Y, como de costumbre, comienzan las complicaciones.

Ya en el primer capitulo, al describir los primeros años del reinado de Fruela I, utilizo a unos personajes que tuvieron su importancia en la anterior novela EL MULADÍ, aunque, en realidad, su primera aparición en mis páginas fue al final del capítulo 20 de LA MURALLA ESMERALDA : La musulmana Fátima, que al final de EL MULADÍ llega a ser la concubina del rey Alfonso I, y su siervo y/o protector, Suleimán ibn Yusuf, que vive entre los cristianos bajo la falsa identidad de un aparcero llamado Rufino. Como los capítulos de la trama asturiana de LA ESTIRPE DE LOS REYES transcurren a la vez que los últimos de EL MULADÍ y los primeros de LA CRUZ DE LOS ÁNGELES, hay personajes y situaciones de la estirpe que deberían verse relacionadas, o, al menos, comentadas, en LA CRUZ DE LOS ÁNGELES, lo que no es así porque dicha novela lleva ya escrita más de diez años; mucho antes de que ni siquiera pensase en escribir la actual.

Como me urgía seguir con las correcciones, después de una breve revisión, decidí que la trama de LA ESTIRPE no influiría demasiado en la de LA CRUZ y podría mantener el texto original de esta última. Pero luego la cosa fue cambiando.

Ya en el capítulo II de LA CRUZ DE LOS ÁNGELES toma importancia la figura de Abderrahmán I, como rival del rey asturiano Fruela. (Luego lo sería de sus sucesores, Aurelio, Silo, y Mauregato) Y este gobernante musulmán, que fue el creador del emirato independiente  que, a la postre, se convertiría en el esplendoroso califato cordobés, tiene una historia importante y novelesca que siempre había deseado tratar con más intensidad que lo relatado en esas páginas. No sé si algún día podré relatar la apasionante vida de Abderrahmán ibn Moawia, único de la familia Omeya que consiguió sobrevivir a la matanza ordenada por sus rivales, los Abbasidas y que, tras un largo viaje, instauró dicha dinastía en Al Andalus; pero ya en mi esquema de LA ESTIRPE DE LOS REYES, Teodoredo, el hijo de Alarico que iba a tomar el protagonismo en los siguientes capítulos, estaba previsto que se encontrase con Abderrahmán en Siria, cuando todavía era un miembro de la familia que ostentaba el califato; que compartiese con él algunas aventuras y que, en fin, le acompañase en su viaje hasta Hispania; una vez allí ya encontraría la manera (aún no está decidido cómo) de que pasase a Asturias para entroncar con la parte de la trama correspondiente a los descendientes de Favila. Naturalmente no sería lógico que esto no se viese reflejado en los capítulos de LA CRUZ DE LOS ÁNGELES que tratan de los hechos de Abderrahmán I. Pero como todavía no sé (ni lo sabré hasta que lo escriba) qué va a pasar entre Teodoredo y Abderrahmán en LA ESTIRPE DE LOS REYES, no puedo rectificar adecuadamente  los capítulos correspondientes de LA CRUZ DE LOS ÁNGELES.

Ante esto tengo dos opciones: Postergar la corrección de LA CRUZ DE LOS ÁNGELES (y, por tanto, su edición, algo doloroso para una novela que lleva esperando diez años a ver la luz, y que considero la más importante de las mías después de PELAYO, REY), o hacer lo que pensaba y ya he explicado respecto a la trama asturiana; que lo que escriba en LA ESTIRPE DE LOS REYES no sea tan importante, históricamente, como para que tuviera que verse reflejado en LA CRUZ DE LOS ÁNGELES. (Lo que rebajaría el nivel de aquella novela)

Ambas opciones me repelen, pero una de las dos tengo que tomar, y dudo, dudo, y dudo. Si alguno de los lectores del blog tiene alguna sugerencia que hacerme, la agradeceré.

3 de octubre de 2012

ESTADO ACTUAL DE “LA ESTIRPE DE LOS REYES”


Mucho tiempo sin escribir nada por aquí. Como en todos los principios de  curso, hay que dedicar los minutos y las energías a la dura tarea de conseguir que todo comience a rodar de nuevo. Ahora que parece que, al fin, las cosas comienzan a estar en marcha, puedo pensar un poco en mis novelas. Tengo que poner manos a la obra en la corrección ortotipográfica de “LA CRUZ DE LOS ÁNGELES”, si es que quiero que se edite este invierno; (Y es el momento de repetir que, para esa tarea, no estoy especialmente bien dotado) así que habrá que postergar un tiempo el trabajo en “LA ESTIRPE DE LOS REYES”. Pero como había anunciado que iba a tener a mis lectores al tanto de la evolución de dicha novela, voy a contar en que estado está en este momento en que va a “pasar a la reserva”, y en entradas posteriores aprovecharé mi trabajo con “LA CRUZ DE LOS ÁNGELES” para ir contando también algo de esa novela, escrita en segundo lugar, hace ya más de diez años.

 

Vayamos, pues, con “LA ESTIRPE…”. Como habíamos dicho, se trata de un intento (puramente novelesco e imaginario) de entroncar los descendientes de don Rodrigo y de don Pelayo con la dinastía asturleonesa originada en Bermudo I, “el diácono” (paradojas de la historia), nieto, a lo que parece, de Pedro, duque visigodo de Cantabria.

En un principio (Y no es seguro que, al final, se mantenga así) existirán dos tramas en capítulos alternos.

En la primera, Alarico, que como recordarán los que hayan leído “LA MURALLA ESMERALDA”, abandona todo para ir en busca de su amada Florinda (hija imaginaria del rey Rodrigo y de Florinda, “la cava”), y que, como se desvela brevemente en “EL MULADÍ”, se ha quedado viudo y continúa viviendo en Ceuta con su hijo Teodoredo, tras ser testigo de la llegada a esa ciudad de las tropas de Balch (narrada más extensamente en la novela citada) y de verse inmerso en las luchas entre árabes y bereberes (que forman la parte principal de la misma), se encuentra con Nicéforo (el capitán de una veloz galera bizantina, que ya había compartido aventuras con él en dicha novela) y se embarca rumbo a Constantinopla, dispuesto a tomar parte en las guerras e intrigas  que tienen lugar en el Imperio Bizantino tras la muerte de León III. Y hasta aquí hemos llegado. Bien el propio Alarico, bien su hijo Teodoredo, ya de mayor, tendrán que volver a la península para cumplir su destino (el que yo les he fijado); pero de momento lo tienen bastante complicado, y tendrán que pasar varios años (y capítulos) para que lo consigan.

En la segunda, que tendrá lugar en Asturias, tras la muerte, en una cacería y debido a una imprudencia ya relatada en “EL MULADÍ”, del hijo de Pelayo, Favila, el trono recaerá en el esposo de su hija Hermesinda, Alfonso de Cantabria, hijo del duque Pedro y descendiente, según las leyendas, y, al igual que don Pelayo, del rey godo Chindasvinto. (aunque esto lo afirmaron los cronistas muchos años después).

Pero Favila ha dejado viuda e hija, que, en bien de la estabilidad del reino, deberán ser apartadas de la vida de la corte (en realidad no se vuelve a saber de ellas en documentos de cierta veracidad), pero que para que la trama de la novela se haga realidad y la estirpe de Pelayo no se acabe con Alfonso II, “el casto”, tendrán que reaparecer en algún momento. Momento al que aún no he llegado, aunque la novela discurre en estos momentos por tiempos ya narrados en “El MULADÍ”, pero que ahora se describen desde el punto de vista de otros protagonistas; mientras se espera la llegada de algún personaje desconocido (las leyendas hablan de un cierto Luitfred III de Suevonia, ciertamente imaginario) que hará su aparición en próximos capítulos.

Hasta aquí lo escrito. Ambas tramas se encontrarán (o no) hacia el final de la novela, salvo que decida convertirla en dos separadas, aunque con algunos puntos de contacto.

30 de agosto de 2012

CRONOLOGÍA DE LAS PRIMERAS NOVELAS


            Antes de explicar un poco de qué va la novela en la que estoy trabajando en estos momentos (LA ESTIRPE DE LOS REYES), vamos a fijar las fechas en que ocurren los hechos que relato en mis primeras novelas, para que los lectores no se pierdan demasiado.

           

            La primera: PELAYO, REY, comienza en el año 700 (aproximadamente), con un Pelayo adolescente, hijo del conde de Lucus Asturum, que recibe la noticia de la muerte de su padre a manos de Witiza, duque de Gallaecia e hijo y heredero del rey Egica. La novela sigue la vida de Pelayo, como fugitivo primero, como espatario de su pariente, el rey Rodrigo, después, y como caudillo de la rebelión contra los musulmanes, hasta su proclamación como primer rey de Asturias, en el año 722.

 

            La segunda, LA MURALLA ESMERALDA, comienza unos años después de dicho 722, y narra la vida en Asturias (de la que nada nos dicen las crónicas) durante la madurez de Pelayo y la adolescencia de sus hijos, Favila y Hermesinda, los del duque de Cantabria, Alfonso y Fruela y otros jóvenes nobles que, bajo la tutela del héroe, se preparan para, cuando llegue su momento, tomar su lugar. Hay otra trama con algunos de estos protagonistas viajando por las tierras dominadas por los musulmanes, lo que se aprovecha para narrar las luchas internas de estos, de las que hay abundante documentación en las crónicas árabes. Ambas tramas coinciden en un final al que se llega con la muerte de Pelayo, en el año 737

 

            La tercera, EL MULADÍ, comienza con la muerte de Favila en el año 739 (Hay un hueco de dos años, los del reinado de Favila, que quizá rellene algún día), y, aunque la trama principal es la que narra la vida de un joven Muladí, aprovechando la gran cantidad de datos que hay en las crónicas árabes sobre las luchas de sus diferentes tribus entre sí, y las de ellos con los bereberes, que ocupan los períodos de gobierno de Ocba, Abd al Malic, Balch, Thalaaba,  Abú­l­Khattar, Towaba y Yusuf. También hay otra trama que transcurre en el reino de Asturias durante el reinado de Alfonso I. Como en la novela anterior, ambas tramas se juntan en el fin de la historia, en el 755, dos años antes de la muerte de Alfonso I, en 757.

 

            La cuarta, LA CRUZ DE LOS ÁNGELES, comienza en 757,  primeros años del reinado de Fruela I. En la primera parte se narra la agitada vida de este rey. En la segunda la de sus sucesores Aurelio, Silo, Mauregato, y Bermudo I. Y en la tercera se describe una parte del largo reinado de Alfonso II, con la creación de la joya que le da título, hasta la última aceifa importante de los musulmanes, con la batalla del río Orón, que dio origen a la leyenda de la de Clavijo, en al año 812. A la vez se dan noticias sobre lo que ocurre en los territorios musulmanes, durante el gobierno de Abderrahmán I, Hixem I, y parte del de Al Hakam I.

 

            Y ahora comienzan las complicaciones: La quinta (quizá), la citada LA ESTIRPE DE LOS REYES, comenzará en Ceuta, en el año 736 (antes de la muerte de Pelayo y del fin de LA MURALLA ESMERALDA, con una breve referencia a esta última), seguirá con una trama en Ceuta, primero, durante la dominación de Balch, en el Imperio Bizantino, bajo Constantino V, y en Al Andalus con Abderrahmán I, todo esto coincidiendo en el tiempo (y en algunas referencias) con EL MULADI y el principio de LA CRUZ DE LOS ÁNGELES. Habrá otra trama en Asturias, con la muerte de Favila y el reinado de Alfonso I, coincidiendo en tiempo y en bastantes escenarios y personajes con EL MULADÍ. Y luego, quizá (pues aún la estoy desarrollando), ambas tramas se juntarán en Asturias y continuarán durante el reinado de Fruela I, Aurelio, Silo, Mauregato y Bermudo I. Incluso hay una posibilidad de que se prolongue (bien como una sola novela, o como dos separadas, aunque interrelacionadas) hasta los últimos años de Alfonso II (desde el 812, en que termina LA CRUZ DE LOS ÁNGELES, hasta el 842, que comienza el de Ramiro I, época esta que no he relatado en la posible sexta novela, ya escrita ­ LA CRUZ DE VICTORIA ­ que comienza en dicho 842). ¿En qué lugar de la saga la colocaré? Para decidirlo, primero tendré que acabarla. ¿O sería mejor al revés?

27 de agosto de 2012

SE ACABA EL VERANO


Bien, el verano, que es cuando más tiempo tengo para escribir, llega a su fin, y es el momento de hacer una pausa y comprobar si he cumplido las expectativas que me había propuesto.

Con “Pelayo, rey”, “La Muralla esmeralda” y “El Muladí” ya publicadas, le tocaba el turno a “La Cruz de los Ángeles”, que lleva esperando más de diez años (la escribí a continuación de Pelayo, rey) y que espero pueda ver la luz en el otoño de 2012, o en primavera de 2013. Por lo que una de mis tareas sería dedicarme a la corrección definitiva de esa novela.

Por otro lado, estaba trabajando en “La Estirpe de los reyes” (En entradas anteriores he explicado el cómo y el por qué de esta novela), cuya trama comienza cuando llega a su final “La Muralla Esmeralda”, continúa a la vez que “El Muladí” y sigue en los años narrados en “La Cruz de los Ángeles” (Aún no sé si terminará en la mitad de esta novela, o se prolongará ocupando los últimos años del reinado de Alfonso II, que no se describen en ella). Esta coincidencia me causó bastantes problemas, pues lo escrito en “La Muralla esmeralda” y “El Muladí” que afectaba a “La Estirpe de los reyes” ya no se podía cambiar. Así que pensé postergar la corrección y redacción definitiva de “La Cruz de los Ángeles” hasta concluir la que estaba escribiendo ahora, por si tenía que hacer algún cambio.

No obstante, “La Estirpe de los reyes” no ha avanzado tan rápido como yo pensaba, bien porque yo he ido más lento de lo previsto, bien porque a medida que se desarrollaba la trama, surgían nuevos caminos que la alargaban y complicaban, o posibilidades que había que desarrollar. Tanto así, que mi primitiva duda sobre hacer una sola novela o dos con tramas paralelas, ha vuelto a tomar fuerza.

Sea como sea, “La Cruz de los Ángeles” saldrá durante el curso 2012­-2013, tanto si he acabado “La Estirpe de los reyes” como si no. Y como me estoy alargando demasiado (también en esta entrada del blog), dejo la información (lo que pueda decirse sin desvelar del todo la trama) sobre esta novela para la próxima entrada.

26 de julio de 2012

La estirpe de los reyes 1


Ayer fue el 25 de julio, día del Apóstol Santiago.

Todos los años por esta fecha publico en el blog cómo van mis trabajos literarios del verano, y no voy a hacer una excepción.

Como de costumbre, el tiempo no me ha cundido tanto como yo esperaba. Pero tampoco me puedo quejar mucho. “La estirpe de los reyes" va tomando forma. Los capítulos dedicados a Alarico (para satisfacer la demanda de Mariano Vilella), que ya estaban esbozados, han tomado su redacción casi definitiva. Puedo decir que ha salido de Ceuta, aunque sin revelar su destino para que quien lo quiera saber tenga que leer la novela, y ya está preparado para entregar el relevo como protagonista de las aventuras a su hijo, al que he llamado Teodoredo.

Por otro lado, los capítulos dedicados a la descendencia de Favila, en Asturias, de los que casi nada había hecho, ya tienen una redacción coherente y esperan la aparición en ellos (para contentar a Luz), de los protagonistas de “el Muladí”, Abdul y Jimena.

Con esto, lo que espero ocurra en estos días, la primera parte de la novela queda casi terminada.

Ahora me quedan las dudas de si seguir con ella, o antes revisar “La Cruz de los Ángeles”, que tiene prevista su publicación para el próximo curso, para adaptarla a lo que pase en “La estirpe” en los años en que ambas novelas coexisten a la vez.

Pero eso ya lo decidiré en su momento.

Buen verano a todos mis lectores.

10 de julio de 2012

EL MULADÍ 6.- Para un futuro.


Pues sí, ya hay alguien que se ha leído la novela completa.



Mi buena amiga y compañera de teatro Luz Morales ha sido la primera en terminar la novela (al menos que yo tenga noticia) y me plantea una cuestión inesperada: “¡Oye! ¿Y qué pasa con Abdul y Jimena? A ver si publicas pronto “La Cruz de los Ángeles para enterarme.” Y me quedé estupefacto, pues estos personajes ya han cumplido su misión y no aparecen en dicha novela.



Hace unos meses Mariano Vilella me planteó algo similar referente a “La Muralla esmeralda” : “¿Y qué pasa con Alarico y Florinda?” y yo me quedé sorprendido. Alarico no era el protagonista principal de esa novela; realmente, cuando comencé a esbozarla, ni siquiera entraba en los planes originales (Es un personaje imaginario), aunque sí es cierto que luego, según la fui desarrollando, adquirió más importancia y ocupó un buen número de capítulos. Como pensé que se merecía un premio, hice que se enamorase de Florinda (Otro personaje imaginario, hija ficticia de Florinda “La cava” y del rey Rodrigo), que esta le correspondiese, y que, después de mil vicisitudes, llegase de nuevo a Ceuta al lado de su amor, abandonando la trama principal de la novela. Con esto creí que concluía con esos personajes y que el “Y fueron felices para siempre” se sobreentendía. Como al parecer no fue así, comencé una nueva novela que no tendría un lugar correlativo en la serie, sino que transcurriría a la vez que “El Muladí” y “La Cruz de los Ángeles”, paralelamente a estas, y narraría los sucesos en que tomasen parte estos personajes, y también los descendientes (También imaginarios) del hijo de Pelayo, Favila, muerto al principio de “El Muladí”. El título, provisional, de esta novela, será “La estirpe de los reyes” y ya con ello doy pistas sobre su trama.



La novela tiene hecho, por el momento, el esquema y varios de los capítulos correspondientes a Alarico. Como, según se desprende de la observación de Luz, los lectores esperan algo más de Abdul y Jimena, he decidido que aparezcan y tengan importancia en los dedicados a la hija de Favila, Favinia, (Cuya existencia real no está contrastada) y a su imaginaria descendencia.



Así que a eso me dedicaré, literariamente, este verano. Y a reescribir aquellos capítulos de “La Cruz de los Ángeles” que se vean afectados por esta nueva novela.

21 de junio de 2012

El Muladi 5.- Erratas.


Cuando un libro pasa definitivamente, de la mente del autor, a estar a disposición de los lectores como páginas escritas, siempre hay algo que, en la edición impresa, no se corresponde con lo que el autor tenía, bien en su mente, bien en los primeros borradores, bien en el entregado al editor, bien en los definitivos revisados por los correctores, o bien en las galeradas proporcionadas por la imprenta. Estas erratas, abundantes e inevitables, suelen atribuirse a los famosos “duendes de imprenta”. En mi primera novela, “Pelayo, rey” hay algunas de menor importancia (ortográficas o tipográficas, de las que no soy responsable) y otra referente al texto, de la que tampoco me considero culpable, pues no estaba en el borrador entregado, pero que, después de tres ediciones, no he conseguido subsanar. Curiosamente, aunque ya he dado alguna pista en este blog, hasta ahora no ha sido encontrada por ningún lector (o, al menos, no tengo conocimiento de ello)



Las dos siguientes novelas, “La muralla esmeralda” y “El Muladí” también adolecen de una errata de texto cada una, y de esas vamos a hablar. Son responsabilidad únicamente mía (aunque las ortográficas de ambas e, incluso, las tipográficas que pueda haber en “El Muladí” también se me pueden atribuir, porque me encargué personalmente d ela corrección de ambas, tarea para la que no estoy, en absoluto, preparado.)



En” La Muralla esmeralda”, el sacerdote Isidoro recibe, en dos ocasiones, el nombre de Ildefonso. Así lo había llamado en el primer borrador, pero luego, al comprobar que ese nombre era, en realidad y en esa época, el mismo que el de “Alfonso”, monarca protagonista de ambas, decidí cambiarlo. Esas dos ocasiones citadas se escaparon incomprensiblemente al programa de ordenador que lo cambiaba, pero en este caso sí que fueron advertidas por una de mis lectoras.



En “El Muladí”, que es el libro que nos ocupa, me inventé un hermano del emir Ocba ibn Haddjjad, que iba a ser el patrón de Abdul, el muladí protagonista de la historia. Esta novela fue la tercera que escribí, después de “Pelayo, rey” y “La Cruz de los Ángeles”, y estaba pendiente de su publicación; cuando escribí “La Muralla esmeralda”, en sus últimas páginas aparecían algunos de los personajes de “El Muladí” y me di cuenta de que el nombre escogido para este jeque árabe no me gustaba, así que lo cambié por el de “Mohallabad”. Pero “Mohallabad” ya lo había usado para un caudillo bereber, al que tuve que rebautizar “Abdallah”; Entre tanto cambio y tanto nombre, uno se me escapó y hay una errata, pero no digo donde para que si alguien se aburre leyéndola, al menos tenga la curiosidad de encontrarla.


19 de junio de 2012

El Muladi 4.- Complicaciones

Nos habíamos quedado en que mi novela trataría de las aventuras de un muladí inventado, que transcurrirían durante el reinado de Alfonso I (Y los emires cordobeses contemporáneos), con una trama que tendría lugar en los territorios dominados por los musulmanes (para poder incluir la gran cantidad de información existente sobre esos territorios en esos años) y otra trama en Asturias, incluyendo algunos de los personajes que ya habían aparecido (aunque mis lectores no los conocieran aún) en La Cruz de los Ángeles), para dar continuidad a la novela como parte de la saga.




No fue difícil esbozar ambas tramas, aunque pronto surgieron complicaciones, debidas a que “La Cruz de los Ángeles” ya estaba escrita y “El Muladí” aún no.



La principal fue una circunstancia (No puedo decirla sin revelar la trama) que, sin ninguna justificación histórica, condicionaba gran parte de lo narrado en La Cruz de los Ángeles” y que tenía que tener su correspondencia en “El Muladí”, pero sin que los lectores se diesen cuenta de ello, pues era un secreto. Creo que lo conseguí bastante bien.



Otra, y no menos importante, aunque me diese cuenta mucho después, se refería a las edades de los protagonistas, concretamente del conde Rodulfo. Cuando escribí “La Cruz de los Ángeles” ya había entregado “Pelayo, rey” a la editorial, con lo cual no me preocupaba de ella. Así que al esbozar la trama de “El muladí” y pensar en utilizar a ese personaje, me fijé en que, en “La Cruz de los Ángeles” hacía que fuera el padre, ya fallecido, del rey Silo (Casi nada se sabe de ese monarca, así que podía inventarme lo que quisiera) y le imaginé (y así le describí en las primeras páginas del borrador de “El Muladí”) como un hombre ya maduro, en contraposición a los más jóvenes Alfonso I y Fruela “el Mayor”; y así encajó muy bien en la trama. Pero cuando escribí la “Muralla esmeralda”, cuyos hechos ocurrían antes que los de “El Muladí”, ya escrita pero aún no publicada, repasé “Pelayo, rey” y me di cuenta de que, mientras los hijos de Pelayo, Favila y Hermesinda, y los ya citados Alfonso I y Fruela, aparecían en sus últimas páginas, aunque aún muy pequeños, no se nombraba a los de Julián: Rodulfo e Isidoro; posiblemente porque aún, (en el desarrollo imaginario de la trama, pues son personajes de ficción) no hubieran nacido; aunque no lo decía expresamente lo que me permitía recurrir a diferentes interpretaciones.



Como mi concepto de “La Muralla esmeralda” era la de contar las aventuras de un grupo de jóvenes que, bajo la tutela de Pelayo, van preparándose para asumir sus responsabilidades, con hacer a Rodulfo e Isidoro un par de años menores que los otros arreglaba el tema; pero eso era incompatible con lo descrito en “El Muladí”. Decidí, pues, publicar “La Muralla esmeralda” como había pensado y cambiar algo “El Muladí” que aún no se iba a editar. Y con unas pequeñas correcciones del tipo de: “… con una sensatez impropia de sus años…” en vez de “… con la sensatez que correspondía a su avanzada edad…” que era la redacción original, y otras por el estilo, creí salir del paso airosamente. Una vez publicado “El Muladí” y leyéndolo atentamente (¡Qué diferente es leer unas páginas de papel impreso que la pantalla de un ordenador!) me di cuenta de que hay ciertos pasajes en que, aunque no se diga expresamente, la impresión es que algo no encaja. ¿Se darán cuenta mis lectores?



También hay otra complicación relativa al segundo hijo de Julián, hermano, por tanto, de Rodulfo: Isidoro. La primera vez que aparece en mis páginas fue en “La Cruz de los Ángeles”, novela en la que aparecía como un sacerdote, tío de Silo y confesor del rey (lo que le hacía conocedor de ciertas cosas que iban a tener importancia posterior). Al escribir “El Muladí” tuve que utilizarlo. Pero cuando, tiempo después, me puse con “La Muralla esmeralda”, me pareció un personaje interesante, describí su vocación religiosa y, siguiendo el curso natural de los acontecimientos, le hice obispo. ¡Pero en los dos libros posteriores sigue siendo un simple sacerdote! Lo de “El Muladí” no tiene arreglo, aunque no sé si algún lector se dará cuenta; pero intentaré cambiar lo imprescindible de “La Cruz de los Ángeles” antes de su publicación. (Previsiblemente, el próximo otoño)



Respecto a este personaje hay otra circunstancia, pero como entra mejor en la categoría de errata, de la que hablaremos en la próxima entrada, lo dejamos para entonces.

12 de junio de 2012

El Muladí 3.- Creación de la Novela.

Para hablar de cómo se llegó a gestar esta novela, tenemos que repasar brevemente los antecedentes.




Después de escribir “Pelayo, rey” (Por entonces pensaba titularla “La Cruz de la Victoria”), que, en un principio, iba a ser una única novela, decidí convertirla en una trilogía con tres historias que tuviesen como excusa una joya del Tesoro de la Catedral de Oviedo: La citada Cruz de la Victoria, la Cruz de los Ángeles y La Caja de las Ágatas.



Una vez concluída La Cruz de los Ángeles, que transcurre durante los reinados de Fruela I (en su 1ª parte); Aurelio, Silo, Mauregato y Bermudo I (en la 2ª); y Alfonso II (en la tercera, cuando es fabricada la joya que le da nombre), y sin conseguir avanzar mucho en la siguiente, “La caja de las Ágatas”, decidí, en honor de mis amigos de la localidad en la que paso mis vacaciones, Torre del Mar, Vélez-Málaga, Málaga, lugar en el que, como en toda Andalucía, los siglos de dominación musulmana dejaron una honda huella en cultura, costumbres, topónimos, etc., escribir un nuevo libro en el que el protagonista fuese un habitante de esa Hispania dominada por los árabes, en realidad, la mayor parte de la población de la península, y aún más, de los que hubiesen adoptado (él o sus padres) la religión de los nuevos señores: un “muwallad”



Aquí llega la primera duda. Hacer una novela independiente y mantener aparte la trilogía citada, o unirla a la serie. Como estaba atascado con la “Caja de las Ágatas” e incluso dudaba en si sería capaz de terminarla, y el editor quería cambiar el título de “La Cruz de la Victoria” por el de “Pelayo, rey” (a su juicio, más comercial, en lo que, posiblemente, tendría razón), renuncié aq la trilogía y decidí hacer una saga en la que se fueran alternando novelas en las que la acción transcurriera, principalmente en Asturias, con otras, complementarias, en las que narrase aventuras sucedidas en la España dominada por los musulmanes)



Segunda duda: ¿Mi protagonistas sería un personaje real, cómo había sido Pelayo y sus sucesores, o uno imaginario? No faltaban muladíes con historias lo suficientemente interesantes como para ser protagonistas de la novela, y muchos han pasado, con mayor o menor importancia, por mis páginas (Musa ibn Musa o cualquiera de sus descendientes, los Banu-Qasi; Ibn Hafsun, el rebelde de Bobastro; ibn Merwan, el gallego; etc.), pero había decidido que la novela formaría parte de la serie, y ya tenía escrita una sobre los sucesores de Pelayo, a excepción de su hijo Favila y su yerno Alfonso I. Así que la novela desarrollaría su trama durante el reinado de estos y, al no haber en esos años un personaje real, dentro del grupo de los muladíes, que mereciese los galones de protagonista, me decidí por uno imaginario. Eso me permitía inventarme lo que quisiera, pero me privaba de la base histórica que daba apariencia de realidad a mis novelas. ¿Saldría bien el cambio? Mis lectores tienen la palabra.



7 de junio de 2012

El Muladí 2

Una vez comunicada su publicación, vamos a hablar durante unas pocas entradas de esta tercera novela.




En la serie de los reyes asturianos, ocupa el tercer lugar, a continuación de Pelayo, rey y de La Muralla Esmeralda. Cuando acabemos con El Muladí volveremos sobre las dos anteriores.



Marco temporal. Los hechos ocurren en el reinado de Alfonso I (Excepto el prólogo, que lo hace cuando el rey era aún Favila) Por lo tanto comienza en el año 739 y finaliza con la llegada de Abderrahmán a España, hacia el 756.



Marco geográfico. Las aventuras de los protagonistas tienen por escenario la España dominada por los musulmanes, la provincia árabe de Ifriquiya y, cómo no, el reino de Asturias.



Marco político: En cuanto al reino asturiano, casi todo el reinado de Alfonso I (739-757). Y por parte musulmana, los emiratos cordobeses de Ocba ibn Haddjjad, Abdelmelic ibn Qatán, Balch ibn Bisr, Thaalaba ibn Salaama, Abu-l-Khattar, Toawa ibn Salama el chodani, y Yusuf el Fihhrí (Aunque durante los dos últimos, el auténtico gobernanteb en la sombra fue Samail ibn Hathim, “Abú Djauchan”.



Trama: (Lo que se puede contar sin desvelar los interrogantes).

El protagonista, Abdul ibn Tudmir, (personaje de ficción) un joven muladí (Hispano convertido – él o sus padres – al Islam) Tiene que abandonar a su amada, una cristiana llamada Jimena, y partir con sus señores a combatir la insurrección bereber que, por esas fechas, tiene lugar en el norte de África. La historia sigue fielmente todos los acontecimientos que estremecen a la España musulmana mientras el protagonista se convierte en consejero de los gobernantes islámicos, aunque sin abandonar la idea de volver a reunirse con su amada, a pesar de que sus intentos siempre acaban en fracasos.

Por otro lado, al ser una novela de la serie sobre los reyes asturianos, otra trama paralela cuenta lo que ocurre durante esos años en la tierra asturiana (con mucha mayor dosis de invención, pues hay muchos menos datos sobre ello) y toman protagonismo los jóvenes que ya vimos en “La Muralla esmeralda”, aunque ya convertidos en adultos: Alfonso I, su hermano Fruela, Hermesinda, la hija de Pelayo casada con Alfonso I, Rodulfo, conde de Gauzón (personaje de ficción), su hermano Isidoro… Y otros personajes que aparecieron como intrascendentes en “La muralla esmeralda” tomarán aquí protagonismo y lo confirmarán en la próxima novela, ya escrita, aunque aún no publicada, La Cruz de los Ángeles.

Por supuesto, ambas tramas, en algún momento, están conectadas para que la novela forme una aventura completa.

Que les guste.

4 de junio de 2012

Publicación El Muladí.

Éste es el motivo por el que hemos interrumpido la serie de entradas sobre las calles con nombre de reyes asturianos. EL MULADÍ, la tercera novela de la serie, ya está publicada y a disposición de quien la quiera. Al igual que la anterior, LA MURALLA ESMERALDA, la edita SAPERE AUDE ( info@editorialsapereaude.com ) y a esta dirección se pueden pedir, tanto en edición en papel como en descarga digital.




Como este año no he considerado pertinente hacer una presentación de la novela (no conviene abusar), no dispongo de un gran número de ejemplares de la misma, pero sí tengo algunos (pocos) por si a alguien le resulta más cómodo pedírmelos a mí que encargarlos a la editorial.



EL MULADÍ es una novela en sí misma, con comienzo y final de sus romances y aventuras (ya iremos hablando de ella más extensamente en próximas entradas), por lo que puede leerse independientemente del resto de la serie, aunque algunos de los personajes (históricos o inventados) que aparecen en sus páginas ya lo hicieron en LA MURALLA ESMERALDA y otros aparecerán en la siguiente, LA CRUZ DE LOS ÁNGELES.



De momento, nada más que esta noticia. Espero que sea del agrado de mis lectores.


aude

31 de mayo de 2012

CALLES DEDICADAS A MIS PROTAGONISTAS VII.- Alfonso II “El casto”

Vamos a concluir esta serie, al menos en lo que respecta a las cuatro primeras novelas, con el que es el protagonista de la tercera y última parte del 4º libro. (Luego haremos una pausa hablando de otros temas de actualidad, y, posteriormente, retomaremos la serie con las siguientes novelas, aún no publicadas y, algunas, aún no escritas)




Alfonso II era hijo del rey Fruela I y de la vascona Munia. La prematura y trágica muerte de este monarca hace que quede al cuidado de su tía Adosinda durante el reinado de Aurelio. Al acceder al trono Silo, marido de Adosinda, traslada la corte a Pravia y allí el joven Alfonso realiza las funciones de “mayordomo de palacio” (cargo equivalente a una especie de primer ministro, sin las connotaciones de servicio que tiene actualmente), preparándose para acceder al trono cuando le corresponda (Silo y Adosinda no tenían hijos), pero Silo fallece cuando Alfonso aún no es lo suficientemente maduro, y es apartado del poder por el bastardo de Alfonso I, Mauregato, su tío (en realidad, su “tiastro”). Adosinda es obligada a profesar en un convento y Alfonso encuentra refugio entre los parientes de su madre, en Álava.



Después de Mauregato ocupa el trono Bermudo I, “el diácono”, hermano de Aurelio y primo, por tanto, de Fruela I, Adosinda y Mauregato. Aunque no ambiciona el trono, sus partidarios le sacan del monasterio en que se encontraba y le encasquetan la corona. Pero después de una derrota ante los musulmanes, comprende que no está llamado a esa tarea, “recuerda” que estaba ordenado (así nos lo cuentan los cronistas) y decide abdicar y ofrecer el trono a Alfonso. (Aunque ese recuerdo no debió ser muy constante, pues un hijo suyo, Ramiro, sucede en el trono asturiano a Alfonso II)



Alfonso II “el casto” (y las razones para ese sobrenombre y para que sus tíos Silo y Adosinda no tengan descendencia explicadas en mi novela “La Cruz de los Ángeles” no tienen ninguna base histórica y pertenecen solamente a mi imaginación), fue uno de los reyes asturianos más importantes, trasladó la corte a Oviedo y la transformó en una hermosa ciudad, y fortaleció Asturias lo suficiente para que fuese capaz de luchar, en un plano de igualdad, con el emirato cordobés.



En Madrid Alfonso II no tiene ninguna calle, ni en Gijón ni en Cangas de Onís (¿Será cierto o error del google? Es una lástima, aunque quizá algún lector quiera hacer alguna aportación subsanando los posibles errores y/u omisiones)



Y en Oviedo, ¡Cómo no!, la ciudad que debe su status de capital a este monarca, “el casto” tiene dedicada la plaza a la que se asoma la catedral que él mismo ordenó construir. (Bueno, no la actual, sino una anterior de la que solo quedan algunos vestigios, como la capilla que acoge, entre otras joyas, la que da título a la novela en que todo esto se narra)



Como dije al principio, haremos una pausa en el estudio de las calles, para dedicarnos a temas/noticias más actuales y literarios. Y así daremos tiempo para que algún lector, más decidido que el resto, se anime a hacer algún comentario.



Hasta la próxima.



30 de mayo de 2012

CALLES DEDICADAS A MIS PROTAGONISTAS VI.- Aurelio, Bermudo, Mauregato


Siguiendo con la cuarta de mis novelas, “La Cruz de los Ángeles”, el protagonista casi total de su primera parte fue Fruela I (”El rey enamorado”, así lo califico evitando los juicios de los historiadores como “el cruel” o “el justiciero”, porque para la novela tiene más importancia su amor por la cautiva vascona, Munia, para la que creó un nido de amor en la futura ciudad de Oviedo ­ Sí, ya sé que el origen de Oviedo es la fundación de un monasterio por parte de Máximo y Fromistano, pero si Fruela no hubiera llevado allí a Munia y allí hubiese nacido su hijo Alfonso, no creo que éste, al convertirse en Alfonso II, “el casto”, tuviera motivos para convertirla en la capital de su reino.)

Ya hemos visto en la entrada anterior las calles dedicadas a este monarca, a su esposa Adosinda y a su cuñado Silo. Pasemos ahora  a su sucesor, el 5º rey de Asturias, su primo Aurelio, hijo de otro Fruela (“el mayor”), hermano de Alfonso I.



En Madrid no encontramos ninguna calle dedicada a este monarca que, por otro lado, no tuvo especial significación en la historia.



Tampoco la hay en Oviedo, pero como sí existe en Asturias un concejo llamado San Martín del Rey Aurelio, en uno de los barrios de la capital asturiana, que tiene sus calles dedicadas a diferente concejos, encontramos una con este nombre de éste; nombre debido a que Aurelio, durante su reinado trasladó la corte a este lugar. (Hecho, por cierto, que no recojo en mis novelas dado que, en su momento, no le dí importancia, aunque como todavía no está publicada, quizá aún esté a tiempo de cambiarlo)



En Gijón no encontramos ninguna calle con este nombre, pero en Cangas de Onís sí, muy cera de la dedicada a Fruela, su antecesor. (Lo que indica que, quizá, no fuera cierto que Aurelio trasladase su corte al concejo de San Martin, pues los otros monarcas que se alejaron de Cangas de Onís (Silo y Adosinda, en Pravia) no están recordados en esta villa.



A Aurelio le sucedió Silo (gracias a su matrimonio con Adosinda, la hija de Alfonso I), pero en la entrada anterior ya hablamos de estos soberanos, así que pasaremos al 7º rey asturiano, Mauregato.



Mauregato fue un bastardo de Alfonso I, posiblemente con una cautiva musulmana. Y las leyendas le hacen vil y traidor, atribuyéndole (con toda probabilidad, falsamente) el denigrante tributo de las cien doncellas, que, aunque no sea cierto, es tan novelesco que lo he incluído en mis libros. A la muerte de Silo, su viuda Adosinda hace proclamar rey a su sobrino Alfonso, el hijo de Fruela,  al que había criado; pero Mauregato no lo acepta, toma el poder mientras el joven Alfonso se refugia con sus parientes alaveses y “recomienda” a Adosinda profesar en un convento. Naturalmente, no debe haber calles dedicadas a este personaje. ¿Eso cremos? Pues no. O no fue tan vil como dicen las leyendas, o el callejero es más morboso de lo aconsejable, porque en Madrid, saliendo del paseo de Extremadura (muy cerca de la dedicada a su hermanastro Fruela) hay una calle dedicada a este rey.



Aunque en Asturias si deben de haber hecho caso a las leyendas, porque ni en Oviedo, ni en Gijón ni en Cangas le recuerdan en su callejero.



A la muerte de Mauregato le sucede el hermano menor de Aurelio, Bermudo I, 8º rey asturiano. Éste estaba en un convento, como diácono, o a punto de serlo; pero los enemigos de Fruela, deseosos de apartar del trono a su hijo Alfonso, buscan al único miembro de esa familia con vida y le convencen para que acepte el trono.



Bermudo I “el diácono”, fue un rey breve, que no tiene calles dedicada a él en Madrid, pero sí en Oviedo, subiendo hacia el Naranco, (contigua a la dedicada a Alfonso I, “el católico” de la que ya hablamos).



Tampoco la tiene en Gijón ni en Cangas, aunque fue el último d elos onarcas asturianos que tuvo su corte en esta villa.

29 de mayo de 2012

CALLES DEDICADAS A MIS PROTAGONISTAS V.- Fruela I, Adosinda, Silo.


Una vez vistas las calles dedicadas a Alfonso I y Hermesinda, protagonistas de la segunda novela, La Muralla Esmeralda, y de la 3ª, El Muladí, pasaremos a los hijos de éstos, Fruela, Vimara, y Adosinda, que intervienen en la 4ª, La Cruz de los Ángeles, que, previsiblemente, se editará en el próximo otoño.



Fruela I, llamado por algunos historiadores “el cruel” y por otros “el justiciero”, fue el 4º rey de Astuiras, sucediendo a su padre, Alfonso I.



En Madrid, entre la avenida de Portugal y el paseo de Extremadura nos encontramos con una pequeña calle dedicada a Fruela. Como no tiene ordinal, supondremos que se trata de este monarca, aunque también podría tratarse de su tío del mismo nombre, que, aunque no fue rey, emprendió múltiples campañas al lado de su hermano Alfonso, lo que también confundió a los cronistas musulmanes de la época; o del último rey de Asturias, Fruela II, “el leproso”, que, previsiblemente, aparecerá en la última novela de esta serie, aún no escrita.



En Oviedo, la prolongación de la calle Uría, desde el Campo de San Francisco hacia el centro antiguo, se llama calle Fruela; en este caso no cabe duda de que se trate de dicho Fruela I, pues a éste monarca se debe la fundación de la ciudad de Oviedo, como se cuenta en la citada 4ª novela, “La Cruz de los Ángeles”



En Gijón no encontramos alguna calle dedicada a este monarca, y en Cangas de Onís, según se entra en la ciudad desde el sur por la carretera de Castilla, tenemos la calle del rey Fruela. Y no es extraño, pues Fruela reinó en Cangas de Onís, y en esta villa mató a su hermano Vimara y fue a su vez asesinado por los nobles partidarios de éste. Quien quiera saber cómo, lo tiene fácil, si, cuando se edite, consigue dicha novela “La Cruz de los Angeles”, en la que se narra todo lo relativo a este rey. (Aunque no deja de ser una ficción, inventada por el autor, novelando lo que de ese hecho cuentan las crónicas.)



Su hermana, Adosinda, tanbién es un personaje histórico, pues por su matrimonio, su esposo, Silo, pasó a ser el 6º rey Asturiano; aunque aquí también caben dudas sobre si los callejeros se refieren a ella (lo más probable), o a su tía abuela del mismo nombre, hija de Pelayo y de Gaudiosa.



En Madrid Adosinda y Silo no disfrutan de ninguna calle.



En Oviedo tampoco, aunque el Google nos indica una calle del rey Silo en Avilés. Y, por supuesto, otras en Pravia, con los pomposos nombres de calle del rey don Silo y de calle de la reina Adosinda. Y así debe ser, pues estos monarcas trasladaron la corte de Cangas de Onís a Pravia. Y en el monasterio de Santianes, cerca de allí, profesó la reina después de la muerte de su marido (¿Voluntariamente u obligada?; la respuesta, ya lo saben, en “La Cruz de los Ángeles”)



En Gijón y como continuación de la calle de Alfonso I, está la calle de Adosinda, como ya dijimos en la entrada dedicada al monarca padre de nuestra protagonista. Aunque no hay rastros de su marido.



Y en Cangas de Onís también se han olvidado de estos monarcas, quizá en castigo por haberse llevado la corte lejos de allí.

23 de mayo de 2012

CALLES DEDICADAS A MIS PROTAGONISTAS IV.- Alfonso I, Hermesinda, .


Una vez comprobado que los principales (no todos, que de eso hablaremos en una próxima entrada) protagonistas de la primera de mis novelas, “Pelayo, rey”, tienen calles dedicadas en Madrid, Oviedo, Gijón o Cangas de Onís (lugares a los que he restringido mi búsqueda), pasaremos a hacer lo mismo con la que le sigue: “La Muralla esmeralda”



Al ser esta segunda novela (como sabrán los que hayan leído asiduamente este blog) una continuación de la primera, a petición de Imágica ediciones, pero que al no interesarles ha sido publicada por Sapere Aude, los protagonistas son los mismos de “Pelayo, rey”, aunque como ha pasado el tiempo, algunos que eran niños entonces ya tienen edad de vivir sus propias aventuras y, por tanto, de merecer el honor de figurar en algún callejero.



Como tenemos que ignorar, obviamente, a los personajes imaginarios, el primero que veremos será el tercer soberano de Astuiras, Alfonso, hijo de pedro de Cantabria y yerno de don Pelayo, que reinó con el nombre de Alfonso I, “el católico”



Curiosamente el Google no encuentra ninguna calle dedicada a este monarca en Madrid, capital, aunque en la Comunidad hay una con ese nombre en Fresno de Torote.



Esa calle se encuentra en una colonia llamada Sarracines, un poco al norte de esa localidad, al lado de otras dedicadas a otros monarcas, como Ramiro I, Juan II, Jaime I, Pedro I, Alfonso V, Fernando “el católico” e Isabel “la Católica”. No encuentro ninguna relación que haya movido a los autores del callejero de esa localidad a escoger a esos reyes y no a otros. (ESO PUEDE SER OTRO MOTIVO PARA QUE ALGUIEN SE ANIME A HACER COMENTARIOS EN ESTE BLOG Y DEMOSTRAR QUE CONOCE COSS QUE YO IGNORO. ¡ANIMO!) Aunque al estar Jaime I, Pedro I, podría tratarse de Alfonso I, “el batallador”, rey de Aragón, en lugar del monarca asturiano.



En Oviedo tampoco encontramos ninguna calle dedicada al tercer rey asturiano, pero en Gijón han subsanado esta omisión. Desde la Av. Pablo Iglesias hasta la Av. de la costa encontramos una pequeña calle con el nombre de Alfonso I. Curiosamente, no se continúa en la de Hermesinda (su esposa), sino en la de Adosinda (que puede referirse a su cuñada o a su hija, ambas del mismo nombre y que ya estudiaremos)



Y en Cangas de Onís, tampoco encuentra el Google ninguna calle con este nombre. Curioso caso el de esta ciudad, primera capital del reino Asturiano, pero en la que no se encuentran, apenas, calles dedicadas a sus primeros monarcas.



En cuanto a la esposa de Alfonso, Hermesinda, a pesar de ser ella, como hija de Pelayo, la causante de que su esposo se sentase en el trono asturiano, no tiene calles dedicadas en ninguna de las ciudades estudiadas.

21 de mayo de 2012

CALLES DEDICADAS A MIS PROTAGONISTAS III.- Don Rodrigo, Witiza, Oppas.

Sin abandonar la primera de mis novelas ­ Pelayo, rey ­, nos encontramos con más personajes reales que tienen cierto protagonismo. En el bando de los “buenos”, aparte del padre del héroe, Favila, del que ya hemos hablado algo en la entrada anterior por coincidencia del nombre con el de su nieto, tenemos al último monarca godo, don Rodrigo.




En Madrid tenemos que acercarnos a la barriada situada entre General Ricardos y el parque de san Isidro, de la que ya hablamos en la entrada anterior, para encontrar la calle dedicada a este monarca. Arranca precisamente de la de Favila y llega a la de Recesvinto. Muy cerca se encuentra la de Witiza, del que hablaremos después, y tambien encontramos otra dedicada a Chindasvinto, citado en la novela aunque su época es algo anterior. No obstante, entre tanto rey godo, echamos de menos a Egica, el padre de Witiza.



En la Comunidad de Madrid, también encontramos calles dedicadas a este monarca en el Escorial y en San Martín de la Vega.



En Oviedo el Google no encuentra ninguna calle dedicada al último rey godo, ni tampoco en Gijón ni en Cangas de Onís.aunque hay “edificios don Rodrigo” en Siero y en Laviana.



Pasándonos al bando de los “malos”, ya hemos dicho que hay una calle dedicada al antecesor de don Rodrigo, Witiza, en Madrid, en una zona dedicada a recordar a muchos de los reyes godos; pero ni en Oviedo, Gijón ni Cangas de Onís hay ninguna calle que guarde memoria de este monarca, vil y taimado según la mayor parte de los cronistas (y así lo retrato en mi novela), pero generoso e inteligente según otros (generalmente mozárabes), porque ya se sabe que la Historia da la razón a unos u otros personajes según quienes sean los que la escriban. Quizá por eso, habría que buscar recuerdos de este rey godo en tierras dominadas durante más tiempo por los musulmanes. Y en efecto, encontramos una calle con su nombre en Dos Hermanas, cerca de Sevilla.



Claro que, para malvado, el hermano de Witiza, Oppas, obispo de Toledo o de Sevilla y prototipo del traidor (según los cronistas anteriores), que tampoco tiene ninguna calle que le recuerde, ni en Madrid, ni en Oviedo, Gijón o Cangas, ni tampoco en los territorios que permanecieron más tiempo en poder de los musulmanes, a los que, según la leyenda, ayudó. Aunque puede ser porque la existencia de este siniestro personaje de mi novela pertenece, quizá, más a la Leyenda que a la Historia.



20 de mayo de 2012

CALLES DEDICADAS A MIS PROTAGONISTAS II.- Gaudiosa y Favila.

Casi un mes desde la última vez que entré en el blog. Es demasiado tiempo (Espero que haya alguien, aparte de yo mismo, que piense igual). Volver a tomar el hilo es como comenzar de nuevo. Y comenzar cuesta.


Primera duda. Seguir con las entradas sobre las calles (me parecieron interesantes) o contar como van mis novelas, lo que me apetece bastante más.

Pero el caso es que estoy a punto de poder anunciar cosas interesantes sobre mi labor literaria, y no quiero anticiparme, así que volveremos con las calles.



Habíamos comenzado con la primera novela, Pelayo, rey y su protagonista absoluto, don Pelayo. Sigamos con su mujer, Gaudiosa y con su hijo y sucesor, Favila.



En el buscador de Google no he podido encontrar ninguna calle ni plaza dedicada a Gaudiosa en Madrid, Oviedo, Gijón y Cangas de Onís (Sitios a los que he restringido, de momento, mi búsqueda). ¿No sería una buena ocasión para pedir a nuestras autoridades locales que se acuerden de la esposa del iniciador de la Reconquista?

Solamente he visto una mención a un hotel “Doña Gaudiosa” en Lena (algo es algo)



En cuanto a Favila, en Madrid hay una calle con ese nombre cerca de la populosa de General Ricardos. Ya que todas las que la rodean están dedicadas a reyes godos, (Chindasvinto, REcesvinto, Atanagildo…) me cabe la duda si está dedicada al hijo y sucesor de Pelayo, o al padre de éste, más cercano en el tiempo, aunque no fuera rey, a los citados. Aunque también está próxima a otra dedicada a Teudis, nombre de un rey godo, pero también de un general de Fruela, sobrino del citado Favila, y de otro general de Alfonso II, hijo de Fruela. Si alguien puede aclarar estas dudas, puede tener un motivo para escribir en el blog (Y me dará una alegría)



En Oviedo también existe una calle de Favila, (subiendo hacia el Naranco), y me alegra ver que está contigua a la calle de Gozón, concejo cuya capital es mi pueblo, Luanco, y cuyos imaginarios señores feudales, los condes de Gauzón, son protagonistas de mis novelas.



En Gijón el Google maps no encuentra ninguna calle dedicada al hijo de Pelayo, pero en Cangas de Onís, ciudad que fue su capital y en la que ordenó edificar la ermita de la Santa Cruz no se han olvidado de él. Muy cerca del puente que, desde el centro de la ciudad lleva a la orilla opuesta del río Gueña, donde está situada dicha ermita, hay una calle con el nombre de Rey Favila.



Terminamos con esto la familia directa de Pelayo. No me olvido de su hija, Adosinda (Que también sale en mis novelas, y que, como esposa de Alfonso de Cantabria, reinó después de su hermano Favila), pero como hay otra Adosinda, nieta suya, que también reinó como esposa de Silo, y que es, quizá más conocida, dejaremos la búsqueda de calles con este nombre para cuando llegue la historia de estos monarcas, protagonistas de mi cuarta novela, La Cruz de los Ángeles, aún no publicada.

24 de abril de 2012

Día del libro 2012.


Ayer (23 de abril) se celebró el Día del Libro del año 2012.

Me hubiera gustado sumarme a esa celebración escribiendo algo en alguna de mis novelas (Tengo pendiente seguir con la trama que estoy desarrollando en la que se llamará (D.m.) “La estirpe de los reyes”), o en este blog, haciendo una pausa en la serie recién estrenada dedicada a las calles con nombres de nuestros protagonistas para hablar algo más extensamente de la situación actual de la saga. (Queda pendiente). Pero, aparte de todos los asuntos del colegio que me ocupan el tiempo en estos momentos, estoy intentando hacer la corrección de “el Muladí” para que se edite antes del verano. Y eso absorbe todo mi tiempo. Así que mi actividad literaria en día tan señalado no ha sido en absoluto creativa, sino la tediosa y pesada de un corrector (Tarea para la que no estoy, en absoluto, dotado). Ya me resarciré.

Y prometo intentar recuperar el tiempo perdido.

Feliz día del libro.

20 de abril de 2012

CALLES DE MADRID I, Don Pelayo

CALLES DE MADRID I, Don Pelayo

Después de haber pasado revista a las estatuas de los reyes existentes en el retiro y en la Plaza de Oriente, había pensado volver a poner al día a mis lectores sobre la situación actual de mis novelas, comenzando por las ya publicadas y continuando con las ya escritas, pero aún no editadas; y por las que están, o bien en proceso de redacción o de toma de datos.
Pero como en estos momentos estoy con las últimas correcciones de EL MULADÍ, intentando que vea la luz antes de que se termine la presente primavera, dejaré esa intención para cuando esté ya terminada y, entretanto, al igual que hicimos con las estatuas, revisaremos las calles dedicadas a nuestros protagonistas en algunas ciudades españolas.
Y quien conozca más, puede hacer sus comentarios para ilustrarnos al resto (No se dirá que no doy motivos para que mis lectores se animen a colaborar en el blog)

Comenzamos por la primera novela: PELAYO,REY; protagonista absoluto, don Pelayo.

En Madrid capital el buscador de Google no encuentra ninguna calle con este nombre, sin embargo encontramos en la comunidad algunos ejemplos:

En Torrejón de Ardoz, una pequeña calle sin salida y con el curioso nombre de “calle del don Pelayo” sale de la carretera de Loeches entre la calle del cemento y la del río Ardoz, cerca de la plaza de toros (mis buenos amigos, Jesús y Mª José la conocerán, seguro).

En el municipio de San Martín de la Vega, en la localidad denominada “La Marañosa”, (unos 5 kmts. al norte de San Martín) la calle de don Pelayo sale de la de don Juan de Austria (buena compañía).

En Santa María de la Alameda, (último pueblo de Madrid antes de llegar a las Navas del Marqués, ya en Ávila)la calle de don Pelayo está al lado de la de Fernán González (nuestro héroe sigue buscando buenos compañeros).

En Móstoles, paralela a la Avenida de Portugal, la calle de don Pelayo sale desde el Paseo de la Estación.

Aunque en la propia capital tenemos la calle de PELAYO (Quizá se refiera a otro personaje, o tal vez el realizador del callejero tratase a nuestro protagonista con la misma familiaridad con la que lo hago yo mismo) que, paralela a Hortaleza, nace en San Marcos y llega hasta Fernando VI, en cuya esquina está el palacio de Longoria, sede de la Sociedad de Autores.

En Oviedo, capital del reino Asturiano, pero fundada mucho después de la vida de nuestro personaje (como se cuenta en la cuarta de mis novelas, “La Cruz de los Ángeles”), también hay una calle de PELAYO, aunque aquí la familiaridad está más justificada. (Al fin y al cabo, somos “paisanos”) Se encuentra muy cerca del campo de San Francisco, paralela a la céntrica calle Uría, y en ella está el Teatro Campoamor, donde se entregan los premios “Príncipe de Asturias”

En Gijón, la calle de Pelayo (También sin el “don”, que somos casi de la familia) está al lado del mercado del sur y, curiosamente, es continuación de la “calle de los moros” (ironías del callejero).

Y en Cangas de Onís, capital de nuestro protagonista, el Google no nos da ninguna indicación, pero como creo que no es posible, en mi próximo viaje la buscaré.

Y, como dije al principio, espero colaboraciones. A ver quien es el primero que se anima.

12 de abril de 2012

ESTATUAS DE REYES XIII, Oriente, Ramiro II


La última estatua que encontramos en nuestro paseo pertenece a un monarca que, en principio, no iba a salir en mis novelas, pero que ahora, tras decidir escribir una última narrando el fin del reino de Asturias y el comienzo del de León, titulada, como ya dije, “El rey leproso”, si que aparecerá.
Los hijos de OrdoñoII, el monarca citado en la anterior entrada (Sancho Ordóñez, Alfonso IV, el monje y Ramiro II,) y los de Fruela II -El “rey leproso” de mis novelas­ (Alfonso, Ramiro y Ordoño) se disputan el trono leonés a la muerte de Fruela II, hermano y sucesor de Ordoño II.
Ramiro ayuda a su hermano Alfonso IV a arrebatar la corona al hijo de Fruela, Alfonso Froilaz (Que reinó tan brevemente que los historiadores no le otorgan ordinal), y, tras conseguirlo, gobierna en Portugal con el título de rey, al igual que el mayor de sus hermanos, Sancho Ordóñez, lo hace en Galicia, ambos subordinados al de León, el citado Alfonso IV, el monje.
A la muerte de su hermano Sancho Ramiro gobierna también en Galicia, y cuando Alfonso IV cae en una depresión a causa de la muerte de su esposa y se retira a un monasterio, Ramiro es coronado rey de León uniendo todos los territorios de su abuelo, Alfonso III, el magno.
Como rey, derrota en Simancas a Abderrahmán III y es considerado uno de los más importantes reyes leoneses; pero esto queda fuera del ámbito de mis novelas. Sin embargo su niñez y las luchas de sucesión sí que se tratarán en la citada novela “El rey leproso” (Que tardará unos cuatro años en publicarse, si es que llego a escribirla)

3 de abril de 2012

ESTATUAS DE REYES XII, Oriente, Ordoño II


La siguiente estatua que nos encontramos en nuestro deambular por la plaza de Oriente no pertenece a un rey de Asturias, sino de León. Pero como en su tiempo aún pervivía Asturias como reino semindependiente, vamos a hablar de él.
Ordoño II fue el segundo hijo de Alfonso III de Asturias, quizá el favorito. Su padre, para ampliar su educación, le envió a educarse en la corte de los Banu Qasi, ocasionales aliados del rey asturiano contra los emires cordobeses.
Cuando su hermano mayor, García se rebela contra su padre, Ordoño, al igual que sus otros hermanos se aprovecha de la situación y cuando Alfonso III abdica, reclama para sí el reino de Galicia, mientras que Fruela solicita el de Asturias. García I de León, que necesita el apoyo de sus hermanos, acepta, aunque mantiene una cierta preeminencia sobre los otros reinos.
A la muerte de García I, Ordoño II es proclamado rey de León y Galicia, y cundo, a su vez, fallece, la corona pasa, en vez de a sus hijos, a su hermano Fruela II que vuelve a unir el reino.
Y tras Fruela II hay unos años de confusiones con los hijos de ambos monarcas disputándose el trono (Alfonso Froilaz, Ramiro Froilaz y Ordoño Froilaz, hijos de Fruela y Ramiro II, Sancho Ordóñez y Alfonso IV, el monje, hijos de Ordoño II)
Ordoño II es considerado el primer rey de León, aunque ese privilegio corresponde al breve (cuatro años) reinado de su hermano García.
Ordoño, cuando rey de Galicia, ya se había distinguido en sus luchas contra los musulmanes saqueando Évora; luego, como rey de León, asoló las tierras de Mérida y Badajoz. Abderrahmán III, en represalia, envió un ejército hacia el norte que fue completamente derrotado por OrdoñoII en Castromoros (San Esteban de Gormaz). Esta victoria hizo que Sancho Garcés, rey de Pamplona, solicitase la ayuda del Leonés y juntos atacaron a los Banu Qasi conquistando Calahorra. Abderrahmán replicó enviando un nuevo ejército que infringió a los cristianos la severa derrota de Valdejunquera.
Pero Ordoño se rehizo organizando otras dos campañas, una por Guadalajara, y Jadraque que llegó cerca de Toledo, y otra por la Rioja, conquistando Nájera y dando muerte a Mohamed ibn Abdallah ibn Lubb de los Banu Qasi.
En mis novelas, Ordoño II sale en la ya escrita, pero aún no publicada “La Cruz de la Victoria”, sobre la vida de u padre, Alfonso III, y en la que aparece, en contraposición a su hermano García, como un príncipe serio y aplicado, deseoso de cumplir bien su misión.
Y, posiblemente, tenga un papel principal en la dedicada al último rey de Asturias, su hermano Fruela II, titulada “El rey leproso”, y que aún está en fase de documentación.

27 de marzo de 2012

ESTATUAS DE REYES XI, Oriente, Alfonso III


Continuando nuestro paseo por el costado norte de la Plaza de Oriente, y llegando ya casi a la calle de Bailén, nos encontramos con otro rey asturiano, uno de los más importantes. Se Trata de Alfonso III (848 - 912). Podría ser considerado como el último rey de Asturias, propiamente dicho, ya que sus sucesores trasladan la capital a León, (Y él mismo residió allí a menudo) y ésta dará nombre a todo el reino en lo sucesivo, y así lo consideré al principio en mi serie de novelas, aunque como con posterioridad, y dado que, en breves períodos de tiempo, Asturias pervivió como reino independiente o subordinado a León, he decidido no dar fin a la saga con este monarca, sino prolongarla un poco más para contar esos confusos momentos.
Alfonso III nace el año 848, cuando su abuelo Ramiro I es rey y su padre Ordoño I el príncipe heredero. Durante su infancia tiene lugar el primero de los ataques normados a las costas asturianas, siendo derrotados los invasores en Gijón y en La Coruña. Cuando muere su abuelo y Ordoño es proclamado rey, le encarga del gobierno de Galicia, tarea que le ocupa algunos años y en la que adquiere experiencia para cuando le corresponda asumir la corona, y en la que es asesorado por su tío Gatón, conde del Bierzo. Ya muy enfermo de gota Ordoño, los cristianos son derrotados por los musulmanes en la sangrienta batalla de la Hoz de la Morcuera, y a la muerte de Ordoño, el conde de Lugo, Forilán Bermúdez, le arrebata la corona, aunque al poco tiempo sus “fideles”, encabezados por su tío, Rodrigo, conde de Castilla, le reponen en el trono.
Casa con Jimena de Navarra, derrota a los musulmanes en la batalla de Polvoraria, expande el reino hasta más allá del Duero, fortifica León, funda Zamora, ordena elaborar la Cruz de la Victoria (Joya que, según la leyenda, recubre con oro y piedras preciosas la cruz que don Pelayo porta en Covadonga), símbolo de Asturias que dona a la Catedral de Oviedo, y manda redactar (o lo hace él mismo)la crónica que lleva su nombre en la que se recoge, de manera más o menos fidedigna, los hechos acontecidos en Asturias hasta su reinado.
Hacia el final de su vida tiene que sufrir la rebelión de sus hijos, y para evitar una guerra civil, abandona el poder que estos se reparten: el mayor, García I, rey de León (Para quien quiera saber algo más de este monarca, le remito a la 2ª de mis entradas sobre este tema), el segundo, Ordoño II, rey de Galicia y, a la muerte de su hermano, rey de León, y el tercero, Fruela II, rey de Asturias y a su vez, tras la muerte de Ordoño, rey de Asturias, Galicia y León, con lo que el reino se reúne de nuevo.
Aún tiene fuerzas para peregrinar a Santiago, y pedir permiso a su hijo García para acudir a defender a Zamora, atacada por los musulmanes; ciudad en la que muere en 912 a los 64 años.
En mis novelas, Alfonso III es el protagonista de la sexta, “LA CRUZ DE LA VICTORIA” en la que narro, de forma novelada, su extensa vida que marca el cenit del reino asturiano.

21 de marzo de 2012

ESTATUAS DE REYES X, Oriente, Wifredo “el velloso”


Realmente esta estatua no debería formar parte de las que comento como pertenecientes a los reyes asturianos protagonistas de mis novelas. Pero como ya he tratado algunas que solo aparecen en mis novelas tangencialmente y son ya pocas las estatuas que nos quedan por ver, dediquemos unas líneas a este personaje que, ni fue asturiano, ni fue rey, pero que algo(o m ucho) tuvo que ver con las historias que intento contar.
Wifredo “el velloso” o Guifré “el pilós” como se le conoce en Cataluña (840-897), fue conde de Barcelona, en unos tiempos revueltos en que los reyes francos nombraban y deponían a su antojo a los gobernantes de este lado de los Pirineos. Más después de él la dignidad de conde ya fue hereditaria y los soberanos francos se limitaban a aceptarla, por lo que se le considera el iniciador de la casa condal de Barcelona.
Aunque hay algunas dudas sobre sus orígenes, generalmente se le considera hijo de Sunifredo de Urgel, conde de Urgel y de la Cerdanya, quien, en el transcurso de las luchas dinásticas en el reino de los francos, entre Carlos el Calvo y Pipino II de Aquitania, tomó partido por el primero de ellos, mientras Bernardo de Septimania, conde de Barcelona, Gerona, Narbona y Tolosa defiende a Pipino. Cuando Carlos el Calvo derrota y hace ejecutar a Bernardo, concede todos sus condados, menos el de Tolosa, a Sunifredo. Pero el hijo de Bernardo, Guillermo de Tolosa, en el año 848, ataca a Sunifredo y a su hermano Sunyer, conde de Ampurias, les da muerte y se apodera de sus territorios en nombre de Pipino.
En el 870, Carlos el Calvo derrota definitivamente a Pipino y nombra conde de Urgel y Cerdanya a Wifredo, hijo de Sunifredo, y conde de Ampurias a su primo Sunyer II. Posteriormente, el concilio de Troyes (878) concede a Wifredo los condados de Barcelona, Osona, Gerona y Besalú, con lo que se establecen los cimientos de una Cataluña independiente, lo que ocurriría cuando las luchas dinásticas vuelven a imperar en el reino de los francos y Wifredo, al igual que el resto de condes del sur de los Pirineos, declinan tomar partido por uno u otro de los aspirantes.
En mis novelas Wifredo tiene una breve aparición en la aún no publicada “La Cruz de la Victoria”, cuando es derrotado y muerto, en el año 897, por el último de los Banu Qasi, Lubb ibn Mohamed, ante Barcelona.

9 de marzo de 2012

ESTATUAS DE REYES IX, Oriente, Ordoño I


Una vez acabado el recorrido por el lado sur de la Plaza de Oriente, volví sobre mis pasos (o, al menos, eso creo, porque hice ese recorrido antes del verano y estoy escribiendo de memoria, ya que no tomé apuntes de ello), pasando por delante del Teatro Real hasta llegar al lado norte. Allí, la primera de las estatuas que la bordean ya nos lleva de nuevo al Universo de mis novelas. Se trata de Ordoño I, undécimo rey de Asturias.
Con Ordoño I se consolida la rama cántabra de los reyes asturianos y la sucesión hereditaria patrilineal. Recordemos:
A PELAYO le sucede, por herencia o por elección, su hijo FAVILA. A éste, su cuñado ALFONSO I (Posiblemente por elección de los nobles) Alfonso era, al igual que su hermano menor Fruela “el mayor” (llamado así, a pesar de ser más joven que Alfonso), para distinguirlo de su sobrino Fruela I), hijo de Pedro, duque de Cantabria, descendiente a su vez del linaje de los reyes godos.
A ALFONSO I le sucede su hijo mayor, FRUELA I, por herencia, pero posiblemente con oposición de gran parte de los nobles, pues tras una disputa con su hermano Vimara, en la que éste muere, FRUELA I es asesinado por los nobles que eligen como rey al hijo primogénito de Fruela, “el mayor”, AURELIO I.
A AURELIO I le sucede, por elección de los nobles, SILO I, esposo de la hija de ALFONSO I, Adosinda. (Parece que hay dos facciones que se disputan el trono y lo consiguen de forma alternativa, los descendientes de ALFONSO I y los de su hermano, Fruela, “el mayor”), a SILO I, también por elección, el bastardo de ALFONSO I, MAUREGATO, y a éste último, el segundo hijo de Fruela “el mayor”, BERMUDO I “el diácono”. Cuando “BERMUDO I renuncia al trono, la elección recae en el hijo de FRUELA I, ALFONSO II “el casto”, nieto de ALFONSO I.
Tras el largo reinado de ALFONSO II, a su muerte se disputan el trono dos aspirantes: Nepociano, cuñado del rey difunto y RAMIRO I, hijo de BERMUDO I y nieto, por tanto, de Fruela”el mayor”. Extinguidos ya los descendientes de Alfonso I, y, por tanto, de Pelayo, su suegro (Aunque en mis novelas guardo sorpresas, absolutamente ficticias, sobre este hecho), ya la corona no abandonará las sienes de los descendientes de Fruela “el mayor”.
El hijo de RAMIRO I, ORDOÑO I, el rey que aparece en la estatua de la que tratamos, consolidó el reino, repobló la meseta norte e hizo avanzar la frontera entre su reino y los dominios musulmanes hasta la línea del Duero.
Tras su muerte, y ya sin intervención de los nobles, la corona pasa directamente a su hijo ALFONSO III., quien ve cómo toma forma el concepto patrimonial del reino, pues ya antes de su muerte sus hijos, GARCÍA I, ORDOÑO II, y FRUELA II se reparten el reino (León, Galicia y Asturias), aunque sus muertes sucesivas hacen que de nuevo se reúna, aunque ya con León como sede principal.
En mis novelas, Ordoño I aparece como protagonista principal en la primera parte de “LA CRUZ DE LA VICTORIA”, ya como hijo y heredero de su padre, Ramiro I, ya como rey, al que los historiadores dieron el sobrenombre de “el prudente”, gobernando con sabiduría apoyado en su hermano Gatón, conde del Bierzo y en su primo Rodrigo, conde de Castilla, personajes ambos reales, aunque su parentesco con el rey puede no ser exacto. Y dejando el reino, a su muerte, a su hijo Alfonso III, protagonista de la segunda parte de la novela citada.

4 de marzo de 2012

ESTATUAS DE REYES VIII, Oriente, Wamba


Una vez hecho el paréntesis, que aprovechamos para asimilar la figura de don Pelayo, volvemos a la serie de estatuas de la Plaza de Oriente, para, una vez que las hayamos acabado (ya falta poco), volver a hablar de las novelas, tanto de las ya publicadas, como de las que las van a seguir.
Siguiendo nuestro recorrido por el lado sur de la plaza, y ya llegando a la calle de Bailén, nos encontramos con otro monarca, visigodo esta vez, que tiene relación (aunque lejana) con mis novelas. Wamba fue rey de los godos desde el año 672 al 680 d.C. /esto es, más de veinte años antes de la primera escena de PELAYO,REY. ¿Por qué entonces le incluyo en esta lista?
Una de las premisas de lo sucedido en los últimos años del reino godo de Toledo es la lucha por el poder entre dos facciones enfrentadas de los nobles. Y en el reinado de Wamba fue cuando se agudizaron. El rey que nos ocupa fue elegido por los nobles a la muerte de Recesvinto. Pero nobles de la facción opuesta le narcotizaron, le tonsuraron (motivo, en aquella época, que imposibilitaba para reinar) y le obligaron a renunciar.
Le sucedió Ervigio (rey 680-687), nieto de Chindasvinto y cabeza de la conjura que depuso a Wamba. Intentando conciliarse con la facción que había apoyado a su antecesor, casó a su hija Cixilona con Egica, sobrino de Wamba, y le nombró sucesor, haciéndole jurar que no tomaría represalias contra su familia.
Egica (rey 687-702) ya sale en mis novelas, pues durante su reinado, su hijo Witiza asesinó “por causa de una mujer” (según dicen las crónicas asturianas) a Fafila, el padre de Pelayo, acción con la que comienza mi novela PELAYO, REY. Y, naturalmente, no cumplió el juramento hecho a su suegro y postergó a los descendientes de Chindasvinto a favor de los de Wamba.
Le sucedió su hijo Witiza, ( rey 702 – 710) quien no fue elegido por los nobles, sino designado por su padre quien le asoció al trono dos años antes de su muerte. Durante este reinado, según se narra en la novela citada, de nuevo los descendientes de Chindasvinto (entre ellos el propio Pelayo) son postergados y se crea un grupo de descontentos en torno al poderoso duque de la Bética, Rodrigo (También bisnieto de Chindasvinto) que, a la muerte de Witiza y, ante el intento de perpetuar la dinastía de los descendientes de Wamba en el primogénito del fallecido, Achila, eligen a Rodrigo como rey, desembocando en una guerra civil, ganada por Rodrigo, pero que, a la postre, fue una de las causas de la invasión musulmana del año 711.
Así que ese es el motivo de incluir la estatua de Wamba en esta lista.
Y otras curiosidades. A pesar de ser un nombre poco común, nos encontramos con la palabra Wamba en otras ocasiones:
Hay un pueblo en Valladolid con ese nombre. Anteriormente se llamaba Gérticos, pero allí fue proclamado rey Wamba y desde entonces fue conocido así.
La mayor de las campanas de la catedral de Oviedo.
Una marca de calzados, y, por extensión, así se denominaba hace años a las zapatillas con suela de goma. (Los que tengan mi edad se acordarán de ello).
Varios nombre congoleños (que no tienen nada que ver con nuestras historias)
Y varios más. Si alguien se aburre, puede buscarlos y comentarlos aquí. (podría ser un motivo para hacer algún comentario)