19 de junio de 2012

El Muladi 4.- Complicaciones

Nos habíamos quedado en que mi novela trataría de las aventuras de un muladí inventado, que transcurrirían durante el reinado de Alfonso I (Y los emires cordobeses contemporáneos), con una trama que tendría lugar en los territorios dominados por los musulmanes (para poder incluir la gran cantidad de información existente sobre esos territorios en esos años) y otra trama en Asturias, incluyendo algunos de los personajes que ya habían aparecido (aunque mis lectores no los conocieran aún) en La Cruz de los Ángeles), para dar continuidad a la novela como parte de la saga.




No fue difícil esbozar ambas tramas, aunque pronto surgieron complicaciones, debidas a que “La Cruz de los Ángeles” ya estaba escrita y “El Muladí” aún no.



La principal fue una circunstancia (No puedo decirla sin revelar la trama) que, sin ninguna justificación histórica, condicionaba gran parte de lo narrado en La Cruz de los Ángeles” y que tenía que tener su correspondencia en “El Muladí”, pero sin que los lectores se diesen cuenta de ello, pues era un secreto. Creo que lo conseguí bastante bien.



Otra, y no menos importante, aunque me diese cuenta mucho después, se refería a las edades de los protagonistas, concretamente del conde Rodulfo. Cuando escribí “La Cruz de los Ángeles” ya había entregado “Pelayo, rey” a la editorial, con lo cual no me preocupaba de ella. Así que al esbozar la trama de “El muladí” y pensar en utilizar a ese personaje, me fijé en que, en “La Cruz de los Ángeles” hacía que fuera el padre, ya fallecido, del rey Silo (Casi nada se sabe de ese monarca, así que podía inventarme lo que quisiera) y le imaginé (y así le describí en las primeras páginas del borrador de “El Muladí”) como un hombre ya maduro, en contraposición a los más jóvenes Alfonso I y Fruela “el Mayor”; y así encajó muy bien en la trama. Pero cuando escribí la “Muralla esmeralda”, cuyos hechos ocurrían antes que los de “El Muladí”, ya escrita pero aún no publicada, repasé “Pelayo, rey” y me di cuenta de que, mientras los hijos de Pelayo, Favila y Hermesinda, y los ya citados Alfonso I y Fruela, aparecían en sus últimas páginas, aunque aún muy pequeños, no se nombraba a los de Julián: Rodulfo e Isidoro; posiblemente porque aún, (en el desarrollo imaginario de la trama, pues son personajes de ficción) no hubieran nacido; aunque no lo decía expresamente lo que me permitía recurrir a diferentes interpretaciones.



Como mi concepto de “La Muralla esmeralda” era la de contar las aventuras de un grupo de jóvenes que, bajo la tutela de Pelayo, van preparándose para asumir sus responsabilidades, con hacer a Rodulfo e Isidoro un par de años menores que los otros arreglaba el tema; pero eso era incompatible con lo descrito en “El Muladí”. Decidí, pues, publicar “La Muralla esmeralda” como había pensado y cambiar algo “El Muladí” que aún no se iba a editar. Y con unas pequeñas correcciones del tipo de: “… con una sensatez impropia de sus años…” en vez de “… con la sensatez que correspondía a su avanzada edad…” que era la redacción original, y otras por el estilo, creí salir del paso airosamente. Una vez publicado “El Muladí” y leyéndolo atentamente (¡Qué diferente es leer unas páginas de papel impreso que la pantalla de un ordenador!) me di cuenta de que hay ciertos pasajes en que, aunque no se diga expresamente, la impresión es que algo no encaja. ¿Se darán cuenta mis lectores?



También hay otra complicación relativa al segundo hijo de Julián, hermano, por tanto, de Rodulfo: Isidoro. La primera vez que aparece en mis páginas fue en “La Cruz de los Ángeles”, novela en la que aparecía como un sacerdote, tío de Silo y confesor del rey (lo que le hacía conocedor de ciertas cosas que iban a tener importancia posterior). Al escribir “El Muladí” tuve que utilizarlo. Pero cuando, tiempo después, me puse con “La Muralla esmeralda”, me pareció un personaje interesante, describí su vocación religiosa y, siguiendo el curso natural de los acontecimientos, le hice obispo. ¡Pero en los dos libros posteriores sigue siendo un simple sacerdote! Lo de “El Muladí” no tiene arreglo, aunque no sé si algún lector se dará cuenta; pero intentaré cambiar lo imprescindible de “La Cruz de los Ángeles” antes de su publicación. (Previsiblemente, el próximo otoño)



Respecto a este personaje hay otra circunstancia, pero como entra mejor en la categoría de errata, de la que hablaremos en la próxima entrada, lo dejamos para entonces.

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