12 de julio de 2010

Los personajes

Tomamos de nuevo el hilo de la génesis de la novela que da título a este blog.
Después de un año de investigaciones ya creía haber comprendido cómo era el mundo en que se iban a mover mis personajes, pero... ¿Quiénes iban a ser éstos?
Sin duda, el protagonista absoluto sería don Pelayo, "El héroe". Poco se sabía de él, así que eso me dejaba libertad para inventarme el resto, siempre que fuera coherente. La mayor parte de los historiadores (Con algunas notables excepciones) estaban de acuerdo en que había sido un miembro de la nobleza de los godos, incluso (aunque esto podría haber sido una exageración posterior)emparentado con una de las familias que se habían disputado el trono en los últimos años. Bien, aquí tenía, además, la representación de uno de los grupos étnicos de que hablé en la entrada anterior y la excusa para describir la corte de Toledo y sus intrigas.
No hay héroe que se precie sin heroína ni novela de aventuras sin su parte romántica. De la mujer de Pelayo, Gaudiosa, solo conocía su nombre escrito en una urna funeraria (Y además, de fabricación muy posterior a los hechos que iba a relatar) Sin ningún fundamento la imaginé perteneciente a una de las tribus astures que vivían de forma semindependiente en las montañas, y así daba representación a otra de las etnias que vivían en Hispania y creaba un motivo para la adhesión posterior de los astures a nuestro protagonista (Pero de ésto no fui consciente hasta después de terminada la novela)
Y, por último, también todo héroe necesita un compañero de aventuras (¿Cómo, si no, escribir los diálogos?), un "alter ego" que le complete en aquellas cualidades que no son su carácterística principal (Reflexión ante impetuosidad, humildad ante orgullo, etc). No tardé mucho en imaginármelo, un joven de su edad, hijo de su administrador (Para hacer compatible la amistad con la devoción) y perteneciente al grupo mayoritario de los habitantes de la Península: los hispanoromanos.
Bien, ya tenía los personajes principales. Los demás los iría introduciendo según lo demandase la historia. Ahora tocaba, y eso lo veremos en la siguiente entrada (me prometí a mí mismo intentar ser más breve y conciso), elegir el momento en que la historia iba a comenzar.

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