11 de julio de 2017

El Arca Santa

Entre las joyas expuestas en la Cámara Santa de la catedral de Oviedo, y que me habían servido de inspiración para varias de mis novelas, hay una, el Arca Santa (actualmente no se expone por estar en restauración) que no había tratado en ninguna de ellas, y de la que, en una de mis últimas visitas a dicha ciudad, y recorriéndola con el grupo “peregrinandOviedo”, me habían ofrecido un relato interesante, tanto el actor que hacía la representación, con excelente realismo, de Alfonso II, como la guía con la que visitamos la catedral y nos la explicó con amenidad. En especial el intento de apertura de la misma por Alfonso II era lo suficientemente novelesco como para haber sido utilizado y me extrañó no haberlo hecho.
En cuanto llegué a Madrid, me puse a investigar por qué, a pesar de todos los documentos que había consultado, desconocía ese hecho, y pronto caí en la cuenta de las causas.
La primera referencia al Arca Santa y a su intento de apertura (el definitivo, por Alfonso VI, en 1075), se tiene en el “Liber testamentorum” de la Catedral ovetense, donde se relata con lujo de detalles dicha apertura y se dice que también lo había intentado, sin éxito, el obispo Ponce (quien ejerció su ministerio de 1025 a 1035), aunque había estado oculta en la capital asturiana desde tiempo atrás, a la que había sido trasladada desde la invasión musulmana. Como ésta había tenido lugar, como todos saben, en el año 711 y Oviedo fue instituída capital por Alfonso II poco después de su segundo nombramiento, en el año 791, (se podría pensar en la fundación del monasterio de san Vicente, en Oviedo, por el presbítero Máximo y su tío, el abad Fromistano, en 761, pero es extraño que, para proteger las reliquias que contenía, se llevasen a un sitio tan apartado y poco poblado como erala colina ovetense en sus primeros tiempos) tenemos unos 90 años en  los que no hay localización del Arca Santa.
Eso lo explican otras leyendas (no he encontrado documentos escritos fidedignos que las avalen) que la sitúan escondida en el Monsacro durante esos años, hasta que el rey Alfonso II, tras una revelación, la descubrió y la llevó a Oviedo, según algunas fuentes, sin intentar abrirla, y según otras, con un intento fallido, aunque este último puede confundirse con el realizado por eol obispo Ponce y que ya hemos citado.
También hay que tener en cuenta que el “Liber Testamentorum” no es un original, sino una copia atribuída al obispo Pelayo, famoso por la gran cantidad de correcciones, interpolaciones y falsificaciones que introdujo con el fin de avalar la preeminencia de la diócesis ovetense sobre el resto de las existentes en España, lo que justifica cualquier duda sobre la verosimiltud de los escritos por él realizados.
Sea como fuere, la existencia y los avatares del Arca Santa son lo suficientemente novelescas como para representar un valor añadido a mis novelas (en las que he intentado colocar la mayor parte de leyendas posibles) y, de haber tenido estos datos en su momento, seguramente lo hubiera hecho.
¿Estaba todavía a tiempo? Si la llegada a Asturias del Arca Santa fue en tiempos de Alfonso II, o, mejor aún, en los de su padre Fruela I, eso ya lo había narrado en mi novela La Cruz de los Ángeles, y ya estaba publicada. Pero había preparado una nueva redacción con cambios bastante trascendentes, en la que podía tener sitio. Y, aún más, en La Estirpe de los Reyes, que ya estaba en poder del editor, (Sapere Aude) pero que no se iba a publicar hasta el próximo otoño, trato acontecimientos de esa misma época, pero desde otro punto de vista, y podría añadirse. Es más, había unas escenas que podrían justificar su llegada. Pero como esta entrada ya está siendo demasiado extensa, dejaremos esos detalles para la próxima, dentro de unos días.
E, incluso, entremedias, haremos otra acerca de otros detalles de esa novela (La Estirpe de los Reyes) que no tienen nada que ver con el Arca santa, pero que han sido causados por este motivo.

Eso será lo próximo que publique, en esta semana; y, también durante ella, por si alguien se siente intrigado, intentaré contar lo correspondiente al Arca santa en esa novela.

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