14 de febrero de 2012

ESTATUAS DE REYES VII, Oriente, Don Pelayo


Ha valido la pena esperar, pues la siguiente estatua que nos encontramos en nuestro caminar por el costado sur de la Plaza de Oriente, rumbo a la calle de Bailén y al Palacio Real, es la del fundador del Reino Asturiano, origen de la serie de novelas que estamos tratando y protagonista de la primera de ellas, “PELAYO, REY”.
En la foto podemos ver que va tocado con un casco (al igual que la mayor parte d elos anteriores) romano, improbable en su tiempo; lleva en su mano derecha un bastón de mando (también podría ser un rollo de edictos o leyes) que, posiblemente, le hizo menos falta que la espada que asoma debajo de su manto.
En la realidad es poco lo que se sabe a ciencia cierta de este personaje, del que algunos historiadores (pocos) dudan incluso de su existencia real. Lo que nos han trasmitido las crónicas asturianas, escritas en tiempos de Alfonso III (por encargo, inspiradas o, incluso, redactadas por ese mismo monarca) no tiene demasiada garantía de ser verdad (aunque tampoco de no serlo), y según ellas, Pelayo era un godo de sangre noble, espatario (guardia personal) del anterior rey don Rodrigo, y, a lo que parece, emparentado con éste o con sus antecesores.
Y en las crónicas musulmanas, encontramos a un cierto “belay, el rumí”, que, al mando de unos pocos seguidores, se rebeló contra los emires cordobeses, rebelión que, según dichas crónicas, apenas fue tenida en cuenta pues solo se trataba de “treinta asnos salvajes” que solo podían alimentarse de la miel de las abejas silvestres.
Fuera como fuese, un noble godo o un caudillo de los astures, Pelayo se liberó del poder islámico y organizó al norte de la cordillera cantábrica un reino cristiano que fue la causa de que, siete siglos después, los musulmanes se vieran obligados a cruzar de nuevo el estrecho, esta vez de norte a sur y España recuperase su unidad y su religión.
En mi novela, “PELAYO, REY”, hago que nuestro protagonista sea, en efecto, descendiente del rey godo Chindasvinto y narro sus aventuras (basadas en lo que de él cuentan las crónicas), al lado de su fiel amigo Julián (joven hispanorromano, personaje de ficción), desde que, muy joven, sufre la pérdida de su padre, asesinado por orden del anterior monarca, Witiza; luego ayuda a su pariente, Rodrigo, a conseguir el trono, ocupa cargos de importancia en la corte toledana, sufre, al lado del rey, la derrota del Guadalete, que causa la muerte de éste y la conquista musulmana, se refugia en Asturias donde, tras contraer matrimonio con la hija de un jefe astur (de su esposa, Gaudiosa, solo se sabe con certeza su nombre, así que esta ficción, aunque improbable, no es imposible) se convierte en njefe de la rebelión contra el emir de Córdoba que culmina en la victoria de Covadonga y en la proclamación de Pelayo como primer rey de Asturias.
Y en la segunda novela, “LA MURALLA ESMERALDA” (Editada por SAPERE AUDE, mientras que la anterior lo fue por IMAGICA EDICIONES, aunque próximamente SAPRE AUDE la publicará en edición digital), narro el resto de la vida de Pelayo (de la que nada se sabe), mientras sus hijos Favila y Hermesinda, los hijos de Pedro de Cantabria, Alfonso (el futuro Alfonso I, por su matrimonio con la hija del monarca) y Fruela “el mayor”, y otros jóvenes de la nobleza, crecen y se educan en Cangas de Onís, bajo la tutela del rey, preparándose para sucederle.

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