20 de noviembre de 2011

REPETICIÓN DE “Estatuas de Reyes II”


Sigo con la repetición de la serie de entradas sobre las estatuas de los reyes ubicadas en diferentes parques o plazas madrileñas. En esta cuento el primer resultado (un poco decepcionante) de mi recorrido en busca de las estatuas de los reyes que hayan tenido relación con mis novelas, que vuelvo a reproducir aquí.



Estatuas de reyes II, el Retiro. García I

Comencé mi paseo por el parque del Retiro. Iba con mucha ilusión, y, después de aparcar en la calle Alfonso XII, comencé mi andadura por el paseo de Argentina, lugar en que se encuentran las citadas estatuas. Subí hacia el estanque por la margen derecha de dicho paseo (el lado sur) y fui comprobando que todas las estatuas correspondían, bien a reyes visigodos anteriores a los que citaba en mis novelas, o bien a monarcas de los reinos cristianos de la Reconquista, posteriores a la época estudiada en mis libros. Comenzando a desencantarme, volví por el lado opuesto y, en el tercer lugar encontré esta estatua, que es la que está encabezando esta entrada.
Corresponde a García I, primer rey de León, hijo primogénito de Alfonso III de Asturias. Y la historia de cómo este gran rey asturiano fue derrocado por sus propios hijos, que se repartieron sus estados está narrada en la novela “La Cruz de la Victoria”, quinta de mi serie, que verá la luz en su momento (espero)
En la novela retrato a García como un adolescente enfermizo, ambicioso, dominado por su suegro Munio Núñez, conde de castilla; y posiblemente me acerque mucho a la verdad. Fue el que, al ser encerrado por su padre en el castillo de Gauzón, acusado de conspirar para asesinarle (en la novela no se le hace del todo culpable, y en la realidad, no se sabe), es la causa de la rebelión de sus hermanos y la partición del reino. García I escoge quedarse con León, por ser la parte más próspera del reino, y, al morir sin herederos, en 913 o 914, su hermano Ordoño, haste ese momento rey de Galicia, le sucede como rey de León y Galicia. A la muerte de Ordoño II, aunque este monarca tenía hijos, es proclamado el tercero de los hermanos, Fruela, que hasta ese momento había reinado en Asturias, aunque subordinado al rey de León, como monarca de todo el reino que vuelve a unirse de este modo.
A continuación, en la entrada original, reproducía una representación pictórica de ese mismo rey, que en nada se parecía a la estatua y que había encontrado en alguna enciclopedia. No me acuerdo de en cuál, así que si alguien quiere verla, no tiene más que visitar mis entradas del mes de julio pasado.

Y ninguna estatua más, que corresponda a mis novelas, encontré en el retiro. La plaza de Oriente fue otra cosa que se verá en próximas entradas.

16 de noviembre de 2011

Repetición de “Estatuas de reyes I”

Hace un mes que declaraba en el blog mi intención de volver a hacer, al menos, una entrada semanal. Multitud de obligaciones (los primeros meses del curso escolar me demandan mucho tiempo para la iniciación de las competiciones, hemos iniciado los ensayos de la nueva obra de teatro que representaremos este año – otro de mis hobbys – estoy finalizando las últimas correcciones de El Muladí para que pueda publicarse en primavera y a la vez estoy dando la redacción definitiva a La medalla olímpica) me han impedido cumplir mis intenciones. Aparte de eso, no tenía demasiadas cosas que contar, pero sí había dejado pendiente la conclusión de la serie sobre las estatuas de reyes del Retiro y otros parques madrileños que había quedado interrumpida porque mi conexión a Internet móvil que uso en las vacaciones (o mi torpeza proverbial en asuntos informáticos) no me permitía subir las fotos de dichas estatuas. Vamos, pues, a terminar ese tema, pero como hace tanto tiempo que lo comencé, es posible que los lectores (y yo mismo) no estén demasiado en situación, así que he decidido repetir las primeras entradas al post, desde el inicio de ese tema, confiando en que los lectores no se acuerden demasiado de ellas. Comienzo, pues, por la primera, escrita y publicada en el pasado julio, y seguiremos la serie hasta llegar a las que se publicaron sin fotos y siguiendo por las aún no publicadas.
Si alguien ya las ha leído, y se acuerda de ellas, le pido disculpas. Pero yo mismo no las recuerdo bien y he disfrutado al reeditarlas.

“Siguiendo la norma de interrumpir lo programado en aras de lo actual, hacemos una nueva pausa en el estudio de la evolución de los personajes. Si alguien estuviera siguiendo con interés esta serie de entradas, posiblemente se sintiera defraudado, pero como no creo que ese sea el caso, no tengo ningún cargo de conciencia en hacer esta nueva interrupción.
El domingo pasado fui a ver a mi hijo Pablo que participaba, como capitán del equipo del norte en la carrera “Norte contra Sur” de la comunidad de Madrid. Al escribir estas líneas se me ocurre la reflexión de que ese título “Norte contra Sur” podría atribuirse también a la Reconquista que intento narrar en mis novelas, pero no fue eso lo que ocupó mi mente en esos momentos, y no quiero que sea eso lo que inspire esta entrada; por un lado no hay ninguna razón que asimile a los participantes del equipo representativo de la mitad sur de la comunidad de Madrid con los musulmanes (el hecho de que el capitán del equipo del sur se llame Youness ait Hadi no quiere decir nada… espero) y, además, en esta edición, el triunfo correspondió a dicho equipo del sur (eso tampoco quiere decir nada… espero aún más)
Lo que ocurrió fue que, al pasear por el Retiro, lugar en que finalizaba la carrera, observé un paseo con estatuas de varios de los reyes de España. Ya lo conocía, por supuesto, y también que había más de estas estatuas en la Plaza de Oriente, pero, hasta ese momento no se me había ocurrido relacionarlas con mis novelas.
Estas estatuas forman parte de una colección mandada hacer por Fernando VI en 1750 para decorar los alerones de la terraza del Palacio Real y que, debido a su peso, no se colocaron en el lugar previsto y se distribuyeron por el Retiro, la Plaza de Oriente, los Jardines de Sabatini, el parque del Capricho, la Puerta de Toledo e incluso, algunas se llevaron a otras provincias.
Así que pensé en sacar fotos de las estatuas pertenecientes a los monarcas que apareciesen en mis novelas y colocarlos en este blog con una pequeña explicación histórica de cada uno. No se si será buena idea o no, interesante o no, pero, al menos, para mí resulta entretenida. Y hoy, primer sábado de vacaciones y que no tengo obligaciones del club deportivo del colegio, he cogido mi cámara y me he convertido en fotógrafo improvisado (actividad en la que soy mucho peor que en la de escritor, ya lo verán). El resultado, en próximas entradas”.