17 de abril de 2011

Presentación:

Bueno, interrumpimos, aunque ya casi habíamos llegado al final, estos comentarios sobre la serie de mis novelas dedicadas al reino de Asturias (que de otros temas también hay, y ya hablaremos de ellas), para dar una noticia que sé que estaban esperando, no solo los lectores de este blog, (a pocos interesaría, si ese fuera el único caso), sino la mayor parte de todos los que han leído mi primera novela, Pelayo, rey.
Su continuación, La Muralla esmeralda, ya está en imprenta (aunque publicada por distinta editorial que la anterior), y el próximo día 5 de Mayo, a las 8 de la tarde, la Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio Santa María de los Rosales organiza una presentación conjunta de la tercera edición de Pelayo, rey y de la primera de La Muralla esmeralda, en las instalaciones de dicho colegio, calle Virgen de los Rosales, 1 - 28023 Madrid (Aravaca). Espero que no haya retrasos y los libros puedan estar físicamente allí, que acudan muchos de mis lectores y que todos, tanto los que vayan a asistir, como yo mismo, pasemos un buen rato juntos.

14 de abril de 2011

Quinta novela (La Cruz de la Victoria) IX.- Epílogo

La novela no podía acabar así. (Ni tampoco la vida de Alfonso). Aún el rey magno tiene tiempo de librar una última batalla contra los musulmanes, defendiendo la ciudad por el fundada, Zamora. Aquí, con una serie de inexactitudes históricas (que aclaro en la novela), pero de gran fuerza novelesca (al menos eso espero), termina la historia del rey emperador, de Alfonso III, “el Magno” y, en realidad, la del reino Asturiano, que pasa a ser el “reino de León”
Y también, la de mi quinta novela, “La Cruz de la Victoria”

13 de abril de 2011

Quinta novela VIII.- La crisis familiar.

Retomamos de nuevo la trama histórica de la novela. Alfonso III no tenía que temer a ningún enemigo externo, pero, entre sus allegados, alguien intenta envenenarle. Fuera cierto o falso, el culpable parece ser su propio hijo primogénito, García, y el rey, indignado, le encarcela en el castillo de Gauzón. Pero tanto su esposa como sus otros hijos se le oponen. Una guerra civil parece estar a punto de desmembrar el, hasta ese momento pujante, reino asturiano. En ese momento, Alfonso recibe la noticia de que la acusación contra su hijo era falsa y se desmorona. Renuncia a la corona y se dirige en peregrinación a Santiago, en la escena con la que comienza la novela.
Pero García no obtiene el título de rey gratuitamente. Sus hermanos le habían apoyado a cambio de un precio y ahora lo exigen. Ordoño, el segundo, gobernará Galicia y el tercero, Fruela, Asturias, dejando para el primogénito León y Castilla, apoyado por su suegro, el conde de Castilla y (en la novela) instigador de la rebeldía, Munio Núñez. Aunque, por respeto a su padre, ninguno tomará el título de rey mientras Alfonso viva.
Esto parece ser el fin del reino de Asturias, aunque, en la historia, aún volvería la unidad por una generación, tras las muertes sucesivas de los hermanos, pero ya con la corte en León.

12 de abril de 2011

Quinta Novela VII.- La Cruz de la Victoria.

Hagamos una pausa en la trama de la quinta novela. En el año 2.008 se cumplían 1.100 años de la donación de la Cruz de la Victoria a la Catedral de Oviedo por Alfonso III y 1.200 de la de La Cruz de los Ángeles por Alfonso II. Con este motivo se programaron en Asturias una serie de actos y pensé en aprovecharlos. Ya tenía una novela titulada “La Cruz de los Ángeles”, pero la otra que había escrito con el nombre de “La Cruz de la Victoria no se había publicado con ese título, sino con el de “Pelayo, rey”. No importaba; la quinta novela se resistía a adaptarse como a mí me gustaría al nombre de “La caja de las ágatas”, pero en la época que estaba narrando en la entrada anterior, justamente Alfonso III y su esposa Jimena, en uno de los últimos momentos en que su relación matrimonial funcionó bien, ordenaban engastar y cubrir de oro y joyas la Cruz de la Victoria y la donaban a la Catedral de Oviedo. Rápidamente redacté una escena con la donación, dándole la suficiente importancia como para justificar el título, terminé la novela (a la que solo le faltaba una última revisión), la inscribí en el registro (como ya había usado ese nombre para inscribir la que luego se llamó “Pelayo, rey”, tuve que cambiar en el último momento y ya en las oficinas del registro y utilizar “La Cruz de la Victoria II”, lo que no dejaba de ser una chapuza) y, satisfecho de mí mismo por lo que consideraba una brillante idea, sugerí a mi editor que aprovechase la ocasión para publicar alguna de ellas (o las dos) y se beneficiase de la publicidad institucional gratuita. Incomprensiblemente, no se decidió a hacerlo. Lo intenté, entonces, con otras editoriales, pero, al no tener los derechos de la primera novela de la serie, a ninguna le interesó. Y mis novelas (a excepción de “Pelayo, rey”) siguieron sin ser publicadas. Aunque, a ese respecto, tengo noticias, buenas noticias, pero, que para mantener la intriga, no publicaré en el blog hasta que acabe con la quinta novela, lo que será, espero, dentro de dos entradas. (Antes de Semana Santa).

11 de abril de 2011

Quinta novela VI.- El gobernante, el político, el escritor.

Como dijimos en la entrada anterior, Alfonso III se dedica, con éxito, a consolidar y aumentar su reino, pero esa misma dedicación exhaustiva le distrae de sus obligaciones hacia su mujer, Jimena, hija del rey de Navarra, y sus hijos. (Esto pertenece a la imaginación del autor, pero es lógico y coherente con la trama de la novela) Y estas complicaciones familiares influirán, pasado el tiempo, en la propia historia del reino asturiano.
Pero, de momento, Alfonso tenía que enfrentarse al mayor ejército que, hasta ese momento, habían enviado los musulmanes con la intención de saquear las tierras cristianas. Los soldados cordobeses del emir Mohamed, al mando de su hijo, el príncipe Al Mundir, habían asolado las tierras aragonesas de los descendientes de Musa para después llegar a tiro de piedra de León. Allí, en las llanuras de Polvoraria consiguieron los cristianos la mayor victoria lograda hasta la fecha, y Alfonso III pudo ufanarse de ser el primer monarca cristiano en derrotar a los poderosos ejércitos musulmanes en campo abierto, lejos de la protección de sus montañas.
Tras la victoria, una sorprendente petición de tregua por parte del emir cordobés:
Mohamed, amenazado por tres rebeliones de muladíes (Los Banu Musa en el valle del Ebro, Ibn Merwan en Mérida y Omar ibn Hafsun en Andalucía) necesitaba tener las manos libres para enfrentarlas, y Alfonso quería dedicar sus energía a repoblar y fortificar los territorios conquistados. Y, de paso, organizar una red de alianzas matrimoniales entre sus hijos y allegados, los herederos del trono de Navarra, los aspirantes al mismo, los herederos del conde de Aragón, etc., de manera que todo quedase bajo su control. (O, al menos, eso era lo que él creía.)
Y, cuando sus obligaciones se lo permitían (O, incluso, a veces descuidándolas), el rey Alfonso se dedicaba a recopilar lo que conocía sobre la historia del reino asturiano, para redactar las crónicas que son su mejor legado.

5 de abril de 2011

Quinta novela V.- El rey Alfonso

El comienzo del reinado de Alfonso III es dramático y desalentador. El reino en expansión creado por su padre, Ordoño, parece comenzar a desmoronarse.
A la derrota de la “Hoz de la Morcuera” en el año 864 d.C. (En realidad fueron dos las campañas de Abderrahmán, el hijo de Mohamed – Este Abderrahmán no pasó a la historia como los otros muchos Abderrahmán que gobernaron en Córdoba. – y su general Abd al Malik, en los años 863 y 865, pero en la novela explico que, para no cansar a los lectores, decidí fundir las dos campañas en una sola, dado que el desarrollo y el resultado final de ambas fueron semejantes), hubo que añadir la muerte de su tío y mentor, Gatón, la de su padre, el rey Ordoño, y su deposición por el conde de Lugo, Froilán Bermúdez.
De todas estas adversidades, ayudado por sus “fideles”, sale vencedor Alfonso y, ayudado porque el emir Mohamed tiene que hacer frente a numerosas rebeliones en su territorios (Los “Banu qasi”, los mozárabes y muladíes de Toledo, el muladí ibn Merwan, “el gallego” en Mérida, etc,), retoma la política de expansión de su padre, llevando la frontera hasta el Duero, tanto en su parte occidental, en la que destaca Vimara Pérez, fundador de “Castro Guimaraes”, dinastía que, años después, dará origen al reino portugués, como en la oriental, donde los condes de Castilla, Rodrigo, y su hijo Diego, edifican numerosas fortalezas que darán nombre a esas tierras.
Todo parece estar de cara para los cristianos en esos años, pero, como se verá, todo puede cambiar en un instante.