2 de diciembre de 2012

EL FINAL DE LOS OMEYAS

Había prometido contar el trágico final de la dinastía que gobernó el Islam desde el año 661 hasta el 750. Voy a hacerlo intentando cumplir con la obligatoria brevedad de una entrada en un blog, a la vez que procuro ser lo suficientemente extenso como para que la curiosidad de mis lectores quede satisfecha.


En el año 750 el califa Merwan II (744 - 750) es derrocado y muerto, así como casi toda su familia. Únicamente Abderrahmán, hijo de Moawia y nieto del califa Hisham (724 - 743) consigue huir y continuar la dinastía a orillas del Guadalquivir, primero como emirato independiente y después como el esplendoroso califato cordobés. Pero para saber como se llegó a esta situación, tenemos que remontarnos a los inicios del Islam.

A la muerte de Mahoma, su primo y yerno, Alí, se creyó con derecho a sucederle; sin embargo los compañeros del profeta eligieron como califa (“Jalifat Rasul Allah”, sucesor del mensajero de Alá), primero a Abú Bacr, luego a Umar y por último a Uthman, (De la influyente familia Omeya, llamados así por el abuelo de Uthman , Ummaya ibn Abd Shams, a su vez sobrino de Hashim, bisabuelo del profeta, quien da nombre a los hachimies) siempre con la oposición de los seguidores de Alí, los “chiitas” (De” shi’at Alí” los partidarios de Alí). A la muerte de Uthman, al fin es elegido califa Alí, pero el gobernador de Siria, Muawiya, sobrino de Uthman, le acusa de haber inducido al asesinato de su predecesor y se rebela contra él, iniciando una guerra civil. Ambos ejércitos se encuentran frente a frente en Siffin, mas para evitar una lucha cruenta entre parientes, deciden someterse al arbitrio de un neutral, quien se decanta por Muawiya. Antes de esta decisión, una parte importante de los seguidores de Alí se niegan a lo que consideran una componenda y una traición a sus ideales y se retiran, formando desde entonces el grupo de los “jairiyíes”.

Alí, disgustado con la decisión, se retira a Kufa, en Irak, zona en la que sus seguidores son mayoría, pero es asesinado por los “jairiyíes”, que consideraban que había traicionado a sus partidarios. Le sucede como “imán” (o jefe espiritual) de los chiitas su hijo Hasan, y después de él, su hermano menor, Husayn (o Huseín), nieto, por lo tanto, de Mahoma.

A la muerte de Muawiya, Husayn se dirige a Damasco, reclamando el puesto de Califa, pero en Kerbala es interceptado por las tropas de su rival, Yazid, hijo de Muawiya, siendo asesinado cruelmente. Desde entonces y hasta nuestros días, en su aniversario y en su memoria, los chiitas celebran la más importante de sus conmemoraciones (Ashura).

Desde entonces los Omeyas gobiernan sin oposición, aunque tanto chiitas como jairichíes aguardan su momento. Cuando, como hemos visto en la entrada anterior, en el año 744, los hijos y sobrinos de Hisham comienzan a disputarse el poder, los descontentos con los Omeyas ven llegada su oportunidad y, al mando de Abú Muslim se rebelan contra la familia gobernante, ayudados por chiitas y jairiyíes. Cuando Abú Muslim derrota a Merwan, último de los Omeyas, se descubre que actuaba defendiendo los intereses de Abu al Abbas un descendiente de Abbas, tío abuelo de Mahoma (de ahí el nombnre de su familia, los abasidas), quien es proclamado Califa ante el disgusto de chiitas y jairiyíes, que se ven de nuevo postergados. Se gana el apodo de As Safah (el sanguinario) ordenando asesinar a todos los miembros de la familia de los Omeyas, ejecución de la que se salva Abderrahmán ibn Moawia, nieto de Hisham, huyendo a España.

El sucesor de As Saffah, su hermano, recibe el nombre de Al Mansur (el victorioso), aunque tampoco le hubiera ido mal el mismo sobrenombre de su antecesor, pues para asegurarse el trono, ordena asesinar a los miembros de su familia que podían reclamarlo, y al propio Abú Muslim, al que le debían el trono. Así queda constituido el califato abbasida, que traslada su capital a Bagdad.

Y me dirán mis lectores ¿Qué nos importa todo esto a los seguidores de una serie de novelas que narran la historia de la Reconquista hispana? Pues no mucho, en realidad, aunque sirvan para conocer mejor a Abderramán I, quien debido a estos sucesos, en vez de ser un personaje entre muchos de la corte de Damasco, es el fundador del emirato independiente de Al Andalus e interviene decisivamente en la historia de España.

Y también para conocer las disensiones internas del mundo musulmán que duran hasta nuestros días.